28.

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Sergio estaba leyendo con atención la hoja que tenía en las manos. Parecía bastante concentrado, aunque en realidad llevaba cinco minutos leyendo el mismo renglón. Bajo la hoja y miró al hombre que tenía frente a él.

El doctor Krack le sonrió amablemente. Sergio sentía como si hubiera pasado una vida desde la ultima vez que estuvo allí. Y ese momento, era completamente diferente al anterior. Volvió a mirar la hoja incrédulo. No podía dejar de leer ese pequeño renglón.

– ¿Es de verdad? – preguntó en voz baja.

El doctor asintió. Era un hombre prudente, y profesional, pero la alegría de ese paciente era contagiosa.

– Lo es. Felicidades, señor Pérez. Está esperando un hijo.

Sergio se reclinó sobre su silla.

Desde la boda de Pierre y Yuki se había sentido un poco extraño, sin embargo, había sido todo muy diferente a su primer embarazo. No estaba muriendo de asco, solo se sentía muy cansado y era inusualmente sensible y pegajoso con Max (que no se quejaba mucho de ello) Había ido al médico, que le había mandado a hacer análisis sin decir nada. Y ahora...

Puso una mano en su boca y comenzó a reírse. No pudo evitarlo, la risa llegó sola. Se sintió emocionado y eufórico. El doctor solo lo observo sin hacer ningún comentario.

– Lo siento – se disculpó unos momentos después.

– Descuide, señor Pérez. Entiendo su entusiasmo, me alegra ver que su reacción a esta clase de noticias ha cambiado con el tiempo.

Sergio sonrió con timidez.

– Bueno, como ya sabe, tengo que hacerle algunas preguntas para determinar la fecha probable de parto y deberá tomar algunas vitaminas. Puede llevarse los análisis.

Sergio suspiró. Y sus ojos se humedecieron. Pensó en la simple idea de decirle la noticia a Max y no pudo evitar conmoverse.

Un hijo. De él y del hombre que amaba.



– Ayer Lewis me hizo ir a buscar una hamburguesa de doble queso y doble carne en la noche. ¿Puedes creerlo? Se supone que sigue siendo vegano, pero probablemente nuestro bebé sea un pequeño carnívoro. Una vez lo encontré a las tres de la mañana friendo tocino...

Max se rió. George estaba bastante emocionado. Todos los días iba con quien quisiera escucharlo para hablar de los pormenores del embarazo de Lewis. Había colocado el ultrasonido en un portarretrato junto a la foto de Logan y la de Lewis.

– Espero que Lewis no se sienta culpable después por comer tanta carne en este momento.

– Se que en el fondo moría por comer todo eso. El helado vegano es horrible.

Max carraspeó.

– George... ¿te puedo decir algo?

– Claro. Después de escucharme durante horas, te lo debo.

Max suspiró y dijo:

– Estoy pensando en pedirle a Checo que se case conmigo.

George alzó una ceja.

– Vaya, ya era tiempo.

– ¿Tu crees? He estado esperando un poco para no abalanzarme sobre el matrimonio y que Checo no se sienta presionado.

– Max, no creo que se sienta presionado. Quiero decir, Checo y Pato ya se mudaron con ustedes oficialmente. Creo que llevan mucho tiempo comportándose como una familia. Seguro que te dice que si.

– Necesito pedírselo de una forma especial, de la forma en que él lo merece. Pero no se me ocurre nada.

George pensó un momento.

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