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20.

En el mejor de los escenarios, trabajar con Jos Verstappen era un infierno. Los pocos que aún quedaban allí tenían que soportar horarios horribles y un jefe que tenía un carácter irascible e impredecible.

Justo como ese día. Jos había llegado de un sospechoso buen humor y les había dicho a todos que la oficina tenía que quedar vacía antes de las seis de la tarde. Evidentemente nadie se quejó, pero aún así era extraño que ocurriera.

Entonces, no habían pasado ni siquiera cinco minutos de las seis y la oficina estaba desierta. Jos se sentó en su escritorio. Con parsimonia, imprimió un documento y lo dejó dentro de un cajón, del cual extrajo un portarretrato.

Era una foto de Liam, su nieto. La foto probablemente tenía cerca de un año de antigüedad pero el niño aún se veía igual desde la ultima vez que lo vio. La dejó sobre el escritorio, frente a él y miró el reloj. Odiaba la impuntualidad pero en este momento un simple retraso no era particularmente apremiante. Se reclinó en su silla y esperó.

Cuando las puertas del elevador se abrieron y sus ojos se toparon con el bufete de Jos Verstappen, Lando Norris sintió un escalofrío.

Solo había estado allí un par de veces, esta apenas era la tercera. La segunda no había sido particularmente agradable y la primera era...

"– Mira, esta será mi oficina cuando me gradúe. Es la segunda más grande después de la de mi papá..."

Lando pensó en el Max Verstappen de 21 años, desgarbado, con acné y con una sonrisa no muy atractiva. En aquel momento, le pareció adorable. Ahora, viéndolo en retrospectiva, era un poco bobo. Esa primera vez que piso el bufete, Max le había tomado tímidamente la mano y le había enseñado el lugar, a pesar de que Lando no tenía el más mínimo interés en verlo. Miró hacia la oficina que le había asegurado que pronto sería suya. Estaba vacía y apagada. Definitivamente no había ningún Max en ese lugar.

Miró hacia el otro extremo del lugar. Vio al imbécil de Jos Verstappen dentro de su oficina. Apretó los puños involuntariamente:

"– Puedo verlo en tus ojos, niño. Tu no quieres esto. No se en que estabas pensando cuando te metiste con mi hijo, podrá ser el mejor abogado algún día pero no está hecho para tener familia. Afortunadamente para ti, tengo un trato..."

Sacudió la cabeza. Afortunadamente Jos no lo había visto aún, así que tenía unos momentos para reordenarse.

Una vez que estuvo listo, caminó hacia la oficina de Jos y entró con expresión altiva.

– Lando – la voz de Jos Verstappen era tan amable que daba algo de repulsión.

– Verstappen – Lando avanzó al escritorio y en ese momento, reparó en el portarretrato. Entrecerró los ojos – ¿Te estás volviendo un viejo sentimental? ¿No se supone que no te gustan las fotos en tu oficina?

– Esta es muy especial – Jos esbozó una mueca – ¿No quieres verla?

Lando endureció su expresión. Colocó la mano en el portarretrato y lo colocó boca abajo sobre la mesa, con una fuerza innecesaria.

– No quise verlo cuando nació, ¿por que querría verlo ahora? ¿Vas a comportarte como un abogado de verdad o solo vine a perder el tiempo?

Jos soltó una carcajada. Hizo una seña para que Lando se sentara y apoyó las manos sobre el escritorio.

– De acuerdo, entonces hablemos de negocios. Pero antes de que empecemos quiero que hablemos de nuestra relación contractual.

– ¿Que hay con eso?