8.

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"Liam está bien. Liam está bien"

Max iba manejando su auto a una velocidad casi ilegal. Podía ver desde su retrovisor que Sergio lo seguía por detrás, pero a una velocidad más prudente. Necesitaba llegar a su departamento. Su padre aún no respondía al teléfono y estaba seguro que tenía que ver con Liam.

Llego al edificio de departamentos donde vivía, y casi saltó del auto. Subió corriendo las escaleras de dos en dos. Lo primero que vio es que su entrada no parecía sospechosa. La puerta estaba cerrada. Abrió rápidamente. No estaba cerrada con llave.

Se olvido de cerrar la puerta. Lo primero que pensó fue que la casa estaba en orden. Solo una mesa del comedor estaba ligeramente fuera de su sitio. Liam no se veía por ninguna parte.

– ¿Liam?

No obtuvo respuesta. Max miró a la cocina. El tazón que le había dejado a Liam estaba sobre el d de fregadero, vacío. El niño había comido y lo había dejado en su lugar, como siempre.

La puerta de su habitación estaba abierta. La de la habitación de Liam estaba cerrada. Max sintió un escalofrío. Se acercó y abrió lentamente.

Sintió una oleada de alivio al ver a su hijo dentro. Pero no duró demasiado.

Liam estaba hecho un ovillo sobre su cama. Tenía los ojos abiertos pero no parecía haber reaccionado cuando Max abrió la puerta. Sostenía entre sus brazos un león de peluche. Desde siempre, Liam no parecía prestarle mucha atención a ese peluche, pero ahora se aferraba a él como si su vida dependiera de ello.

Max se acercó a Liam, pero el niño retrocedió. El primer instinto de Max fue pensar que quizá Jos lo había golpeado. Necesitaba revisar que estuviera bien, pero cuando se acercó mas a él, Liam se levantó de la cama y se apartó más de Max.

– ¿Liam?

El niño no respondió. Solo se quedó abrazando su peluche.

– ¿Que pasa? ¿Estas herido? Ven.

Liam negó con la cabeza. Max volvió a intentar acercarse pero Liam volvió a retroceder. Max se sintió angustiado.

– Liam. Ven por favor. Lamento haberte dejado con tu abuelo, pero todo está bien, ven.

– No. No quiero.

Max se sentía frustrado. ¿Que había pasado? ¿Que le había hecho Jos?

– Liam, ¿tu abuelo te hizo algo? ¿Te pegó? ¿Te dijo algo?

El labio inferior de Liam comenzó a temblar. Sin embargo, no lloró. Bajo la vista y murmuró:

– No tenías otra opción.

– ¿Que?

– Dijo que no tenías otra opción. Que solo me querías por que no tenías otra opción. Y que Lando se fue por que él si era inteligente.

Liam empezó a acariciar la melena de su peluche.

– Tu siempre estás ocupado, metiendo a los malos a la cárcel. Siempre estas contestando el teléfono. Si yo no estuviera podrías meter a los malos a la cárcel siempre.

– No, no digas eso. Yo... eso no me importa. Mira, hemos estado pasando tiempo juntos, fuimos a comer, ¿te acuerdas? Y fuimos al parque, y...

– Solo haces eso por que el maestro Checo te dijo que lo hicieras.

Las palabras que estaba diciendo Max se quedaron atascadas en su garganta. Liam continuó hablando:

– Los escuché. El maestro Checo dijo que hicieras eso para que yo me sintiera querido. Pensé mucho en eso, pero siempre haces cosas por que te las dicen. Mi abuelo te dice que metas personas a la cárcel y lo haces. El maestro Checo dice que tienes que quererme y lo haces. La tía Victoria dice que vayas por mí a la escuela y lo haces. Mi abuelo no me dijo mentiras. Haces cosas por que no tienes opción.

Favourite PeopleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora