XII. ¿Gotas de lluvia o gotas de amor?

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No te esperaba, de hecho, estaba siendo muy feliz conmigo mismo, pero te vi, y me sentí como quien llevaba esperando un milagro hace mucho tiempo —Fredy Jimenez

Al principio fue lento, pero a medida que fueron dejando una fila de autos atrás, Jungkook aumentó la velocidad; Taehyung no encontraba de dónde sujetarse, por lo que sus manos apretaban sus rodillas que empezaban a temblar. Su vista estaba en frente, la brisa moviendo su cabello con ferocidad, quería estar más relajado pero cada vez que Jungkook zigzagueaba entre los autos con cierta destreza, sentía que acabaría en el piso atropellando en cualquier momento.

—Puedo sentir como tiemblas, ¿necesitas que me detenga? —escuchó a Jungkook cuestionarle en un tono lo suficientemente alto como para que pudiera escucharlo.

—No, estoy bien —dijo más alto de lo que pretendía que fuera.

Ya ni siquiera sabía por qué camino iban, cuando Jungkook empezó a entrar por diferentes calles en las que no había estado antes. Estaban en una zona de pocos o casi ningún edificio, sino pequeños locales, casas y mucha más vegetación. Se distrajo cuando su atención fue acaparada por un pequeño parque lleno de niños jugando y riendo.

Un grito casi involuntario salió de su boca cuando iban en una colina bajando, lo que causó que su pecho chocara contra la espalda de Jungkook. De pronto sintió una de sus manos sujetar la suya con determinación.

—No te vas a quemar si me abrazas —le aseguró Jungkook, colocando las manos de Taehyung alrededor de su cintura—. Sujétate de mí.

—Ve con cuidado.

—Confía en mí.

—Lo hago —se apresuró a decir Taehyung.

Estar abrazado a él le llenaba de una rara sensación satisfactoria que definitivamente le tranquilizó durante el resto de su viaje. En lugar de bajar por una colina hace minutos que subían por un barrio con pocas personas alrededor, donde solo había casas pequeñas y cafeterías, hasta que se detuvieron frente a un local sencillo, pero bastante bonito y cuidado.

Era una especie de comedor, era pequeño pero se notaba bastante acogedor, como de esos lugares que visitas cuando te quieres sentir bien.

—Hemos llegado —dijo Jungkook al quitarse el casco y mover el flequillo de su frente.

Taehyung se bajó con sumo cuidado con la ayuda de Jungkook, a quien le parecía bastante tierna la manera en la que su cita se acomodaba la ropa inmediatamente estuvo con los pies en la tierra.

No había tantas personas como Jungkook estimó que habría a esa hora de la tarde casi noche. En cuanto estacionó la moto le hizo ademán con el mentón a Taehyung para que siguiera sus pasos. Miró a su alrededor la decoración minimalista del interior de lo que parecía ser un restaurante de parrillada y sopas.

Cuando estuvieron a punto de sentarse en una de las mesas del fondo, donde estaba más desocupado, una mujer de edad un poco avanzada se acercó a ellos y saludó a Jungkook con un abrazo, lo que le dejó claro que no era la primera vez que iba a ese lugar, lo sospechó cuando este tomó muchos atajos fuera de las avenidas principales y lo confirmó cuando la mujer lo saludó como si tuviera mucho tiempo sin verlo.

—Jovencito Jungkook, pensé que nunca volverías aquí —comentó apretando sus mejillas con ambas manos—. ¿Te sientes mejor? Veo que trajiste a alguien contigo.

—Sí, estoy bien —le aseguró el pelinegro—. Vinimos a comer su deliciosa comida, más tarde subiremos al mirador.

Taehyung apenas se estaba enterando en ese momento de las cosas que harían en su cita, por lo que se mostró todo el tiempo sonriente con la señora que parecía muy feliz de ver a Jungkook.

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