XX. La verdad

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Valiente es el que se atreve a conocer el corazón a pesar de los carteles de peligro que los demás pusieron a la redonda —Gilraen Earfalas.

El ambiente de camino de vuelta a Seúl fue bastante silencioso y tranquilo, tal parece que ninguno quería volver, aunque no fueron exactamente vacaciones, se sintieron como una. Al final solo fue un fin de semana que se sintió mucho más corto, pero al mismo tiempo satisfactorio, fue espontáneo y mucho más agradable de lo que imaginaron que sería.

Jungkook y Taehyung no se separaron desde que volvieron a casa, se sentaron juntos en el avión y se fueron juntos en el mismo taxi tras despedirse del resto en la salida del aeropuerto. Su llegada a Gangnam fue notable cuando tuvieron a la vista los grandes y altos edificios lujosos, la cantidad de autos caros, los restaurantes sofisticados y los ostentosos bares, había un cambio evidente de atmosfera que exudaba riqueza, todo se veía caro.

La música de fondo del taxi era de algún grupo de chicas, Jungkook no estaba muy seguro de cual era, pero la música era ligeramente movida, un pop suave. Ni él, ni Taehyung volvieron a hablar desde que se bajaron del avión, la distancia entre ellos no era mucha, incluso sus hombros llegaban a tocarse en cada giro que daba el conductor.

Jungkook le había dado al taxista la dirección de su apartamento porque quedaba antes que el edificio en el que vivía Taehyung, luego de que llegaran allí supuso que se despedirían, pero se rehusaba a decirle adiós, aunque estaba cansado por el viaje, pero aun así quería prolongar su momento con el castaño a su lado, tanto como este se lo permitiera.

No quería decirle adiós cuando apenas eran las siete de la noche y sabía que al volver a casa todo lo que haría sería ducharse y tumbarse en el sillón hasta que tuviera el sueño suficiente para dormir.

—¿No tienes hambre? —preguntó Jungkook cuando estaban a punto de llegar a su apartamento, girando por la calle donde todo empezaba a ser más estrecho en comparación a las calles principales por las que transitaban.

—Sí, bastante —admitió Taehyung dedicándole una sonrisa.

Él ya sabía la propuesta que se aproximaba tras aquella respuesta, así que no pudo ocultar su sonrisa cuando Jungkook actuó con cierto nerviosismo y duda. No hacía falta que dijera directamente que también quería pasar más tiempo con él, alargar su momento juntos.

Era cierto que tenía hambre, desde que salieron del aeropuerto su estómago empezó a gruñir y no rechazaría una oferta de cenar con él. Estaba seguro de que seguirían viéndose bastante seguido, fuera o dentro del bar, también sabía que Jungkook tenía dudas de lo que pudiera pasar ahora que ya no estaban de viaje y que cada uno estaría metido en su día a día de adultos.

—Podemos quedarnos en mi apartamento y vamos juntos a un lugar que conozco y cenar, ¿te parece? —cuestionó mirándolo con sus ojos brillantes.

Le causaba ternura siempre que le dedicaba esa mirada llena de inocencia, con sus ojos agrandados y sus cejas levantadas, lo que solo causaba en él un gran deseo de tomarle el rostro entre sus manos, apretar sus mejillas y besar sus labios con besitos, como si de un niño se tratara.

—Me parece perfecto —expresó Taehyung al notar que ya habían llegado.

Era su tercera vez dentro del apartamento de Jungkook y nada había cambiado desde la última vez que estuvo allí. Era mucho más pequeño que el suyo y más minimalista en cuanto a decoración, pero no dejaba de sentirse mucho más acogedor y hogareño. El aroma a Jungkook seguía esparcido por todo el lugar, a rosas y lirios del valle combinado con jabón de pepino y vainilla; si cerraba sus ojos y alguno de esos olores llegaba a sus fosas nasales recordaría al guitarrista de inmediato.

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