XVII. Bésame

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La decisión del primer beso es la más crucial en cualquier historia de amor, porque contiene dentro de sí la redición —Emil Ludwing.

Un beso podía significar muchas cosas, la unión de un matrimonio o el de dos almas que buscan mantener el calor de sus cuerpos a través del contacto de sus labios. Un beso era tan íntimo como hacer el amor, al menos así lo era para Jungkook, y quizás por eso no se había atrevido a besarlo antes, sentía que estaba cruzando la línea en el instante que sus bocas se encontraran.

Aquel beso terminó con la distancia entre ellos y fue como tocar el cielo con las manos, como estar rodeado de sus nubes, como sentir las gaviotas alrededor suyo, el agua del mar en sus pies. Explorar sus labios fue caer directo en el paraíso del que ninguno quería salir nunca; sus labios encajaron como anillo al dedo, de una manera casi excepcional, uno complementaba el del otro, la manera en la que se movían al compás fluía tan suavemente como la brisa que acariciaba sus rostros.

En la vida pocas cosas significaban tanto como las sensaciones y más si eran compartidas, la sensibilidad, el hacerte vulnerable por un momento, un momento que la memoria sensorial se encargaría de guardar para siempre y que los haría anhelar más, como si no hubieran besado otras bocas, como si aquel toque hubiera sido el mejor de los besos y la mejor de las curas para no pensar en quien estuvo antes en si hubo amor o carecía de eso.

Ninguno quería apartarse del otro, cada segundo que pasaba más se intensificaba el beso. Jungkook había tomado la mano de Taehyung cuando este peinó su cabello hacia atrás en medio del roce de sus labios, ni siquiera se dio cuenta cuando la entrelazó, mientras que con su otra mano acariciaba la mejilla del castaño, saboreando sus labios como si se tratara de un manjar.

Su boca se movía con destreza sobre la suya, en un momento sus lenguas se encontraron, lo que hizo que Jungkook casi jadeara al sentir como Taehyung tiró levemente de su labio inferior.

—Tú me gustas mucho —dijo Taehyung entre pequeños besos—. Me fascinas.

Aquellas palabras eran lo que Jungkook tanto esperaba escuchar de su boca, saber con seguridad que lo que sentía era recíproco. Volvió a sonreír en medio del beso haciendo que Taehyung besara sus dientes, lo que por supuesto fue motivo de risa entre ellos, la mano del castaño acarició el aro en su labio, seguían tan cerca que podían sentir la respiración del otro en el rostro.

Taehyung levantó su mirada y se encontró con los ojos brillantes de Jungkook, de cerca eran mucho más hermosos. Mientras que el pelinegro no podía dejar de apreciar las largas pestaña de su increíble besador, el lunar en la punta de su nariz y por primera vez notó el bello facial que empezaba a crecerle, algo que él nunca ha tenido, pero consideraba sexi en los demás.

—Bésame más —le pidió Jungkook dedicándole aquella mirada llena de ternura a la que Taehyung simplemente no podía resistirse.

Antes de que pudiera decir algo, Jungkook tomó su mentón haciendo que levantara aún más su rostro y sintió como el contrario repartía pequeños besos sobre sus labios, sonoros y dulces.

—Ya empieza a anochecer, deberíamos volver —dijo aun cuando Jungkook seguía dándole besitos en los labios—. Bueno, un último y volvemos.

Jungkook sonrió mientras asentía, tomó el rostro de Taehyung entre sus manos y volvió a besarlo con la misma delicadeza que él lo hizo antes, suave y lento, hasta que separaron lentamente, aun repartiendo alguno que otro pequeño beso antes de finalmente separarse.

—Se darán cuenta —indicó Taehyung cuando se colocaron las sandalias que habían dejado de lado—. Tus labios se ven hinchados.

—Los tuyos también, lindo —señaló Jungkook dándole otro piquito, al mismo tiempo que su mano apartaba el cabello de su frente que no le permitía apreciar en totalidad su hermoso rostro.

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