XXXIV. Corazón y flecha

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Canción para el capitulo:

Lo que construimos de Natalia Lafourcade

Alguien a quien una vez amé me dio una caja llena de oscuridad. Tarde años en comprender que eso, también, era un regalo—Mary Oliver

"¿Por qué ahora?, ¿por qué tuvo que volver ahora?" Es lo que Jungkook no dejaba de preguntarse cuando la imagen de Ji-seok mirándolo directamente a los ojos seguía repitiéndose en su cabeza.

Es tarde. Huyó, salió corriendo de ese lugar casi arrastrando a Taehyung consigo, él lo sabía, que es lo peor. La manera en la que Jungkook hizo silencio durante todo el viaje de vuelta a su apartamento y el resto de la noche fue inquietante y vergonzoso para él. Ambos sabían la razón de aquel mutismo, sin embargo, Taehyung como siempre, fue tan considerado que no preguntó nada, pero incluso eso hizo que Jungkook se sintiera mal.

Mal porque no estaba claro de sus sentimientos como lo estaba Taehyung. Deseaba poder dejar de pensar tanto, simplemente poder permitirse amar a alguien más sin miedo a lo que podría pasar después.

Todo lo que pensó que ya había superado volvió, y solo quería gritarle a Ji-seok por aparecer en su vida en un momento en el que ya estaba confundido y sintiéndose como un idiota por no darle a Taehyung lo que realmente merece, que no es un hombre que no sabe lo que siente, él ya tuvo suficiente de eso con su exesposo.

Jungkook no lo amaba, esa es una cosa de la que está seguro. Ya no amaba a Ji-seok, quizás su mente y corazón estuvieron aferrados a ese sentimiento por un largo tiempo, pero ese amor se disipó hasta que solo quedó el recuerdo de lo que alguna vez sintió por él. Sí, hay una parte de él que siempre estará atado a ese amor, es lo que lo hacía la persona que es ahora.

Aunque siente que de alguna manera sigue estancado en ese dolor que dejó su abandono, el simple hecho de que solo la mención de su nombre sacara sus lágrimas, era una gran demostración de que no lo ha superado del todo y que solo se ha convecino a si mismo de que sí.

El miedo de encontrarse a Ji-seok, el miedo de solo verlo frente a él le aterraba y no quería enfrentarlo, aunque sabe que debe hacerlo si quiere deshacerse de esa incertidumbre, de ese dolor que sigue sembrado en su interior. Tiene que hacerlo por sí mismo. Por él y por Taehyung.

La pastelería estaba cerrada, tenía todo el día libre para quedarse en casa, seguir componiendo canciones y tocando la guitarra hasta cansarse. Por supuesto que de su mente no desapareció la voz de Taehyung pronunciado aquel te amo, su mirada llena de ese amor que todavía siente que no merece, pero que, sin embargo, él aún está dispuesto a darlo.

El silencio que reinó en el pequeño apartamento cuando dejó de tocar la guitarra trajo consigo recuerdos que no quería tener en mente en ese momento, pero ahí estaban tan vivos como si hubieran sucedido hace poco tiempo.

Una vez más, solo su mente y él. Sus recuerdos y él.

—Seokie, no quiero estudiar, por favor no me obligues —le pidió Jungkook al chico de cabello negro como el carbón que había dejado de usar lentes y de pronto era un poco más alto que él.

—Tienes que estudiar para el examen que tienes, si contestas las preguntas que te haga puede que te de una recompensa —expresó Ji-seok con tranquilidad, sentándose en la cama de su alcoba.

Cuando no usaban la sala de estudio, estudiaban en la habitación de Ji-seok, lo que siempre terminaba en besos.

Bueno, estudiaré sólo las primera dos páginas —anunció sentándose en la silla del escritorio con los libros y cuaderno que iba a necesitar para estudiar para el examen de historia del cine.

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