Michael Spencer mirando el ordenador tiene recuerdos sobre Sara, su ex novia. Así que idea un plan para volver a saber de ella, aunque eso signifique contactar a su nuevo novio.
Sí, aquél por el que su relación se rompió.
Iniciará el proceso hacía e...
Un compañero de nombre Patrick había llamado su atención con unas palabras un tanto desagradables. Tenía esas palabras resonando en su cabeza, martillando directamente su frente.
“¡Ya saliste de la soltería! ¡Por fin has superado a Sara! ¿Quién es ella?”.
«Lo que se asume por una llamada de teléfono», pensó. Luego dijo «Sara», casi en un susurro, y posteriormente repitió su nombre un par de veces. Abrió la gaveta y vio la foto de ella, siempre presente en su mente. Cerró los ojos un momento e imaginó nunca haber ido a ver a Sara esa noche, luego avisándole que iría a verla mañana. Llevarla a cenar, bailar, pedirle matrimonio.
Todo al día siguiente.
No podía dejarla ir.
No importaba cuánto tratara de olvidarla.
Necesitaba saber de ella.
Y luego el nombre de Jonathan resonó de nuevo en su cabeza.
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Le había escrito un mensaje al novio de su ex a las 2:00 p. m., simplemente le escribió que le gustó conversar con él y que sería bueno volver a ponerse en contacto más tarde.
Quería saber si podía averiguar algo de Sara, algún indicio de ella, cualquier cosa. Necesitaba saber si era feliz.
Si acaso tenía una oportunidad.
De vuelta a casa, llamó a Jonathan por decisión propia, asumiendo que había salido del trabajo. Estaba desesperado, pero la primera vez que intentó que él le contara acerca de “su chica”, no tuvo respuesta. A medida que lo escuchaba, caía más en desesperación, pero aquel tema de cómo estaban las cosas en este año específicamente, le aterraba. No se veía insistiendo otra vez, porque probablemente el insulso novio de su ex asumiría que al estar tan preocupado por saber si estaba con novia, pensaría que es gay.
Y no, no era gay.
Solamente quería saber de Sara.
Michael se quedó divagando un rato, perdido en sus pensamientos, cuando la voz de Jonathan lo atrajo nuevamente de vuelta.
—Y básicamente esa es mi vida, mi rutina de todas las mañanas es la misma, hago ejercicio y llevo las cuentas de un gimnasio, soy contador. Si algún día estás cerca, puedes visitarme, paso la mayor parte del tiempo encerrado aquí.
—Desde luego, si se me da el propósito de hacer ejercicio te llamaré, iré a tramitar la membresía y hablaré de mi amigo el contador.
—¿Cómo sabré que eres tú? No tienes fotos tuyas en tu perfil, es imposible. Haré que te den un descuento solo si puedo saber quién eres.