Michael Spencer mirando el ordenador tiene recuerdos sobre Sara, su ex novia. Así que idea un plan para volver a saber de ella, aunque eso signifique contactar a su nuevo novio.
Sí, aquél por el que su relación se rompió.
Iniciará el proceso hacía e...
Los dos estaban lo suficientemente cómodos estando unidos, el abogado era feliz, por qué a medida que su acompañante lo besaba... le decía que lo quería. Podía llorar de alegría, se sentía amado por el chico que le atraía.
—Jonathan fui por ti para invitarte a comer, déjame llevarte a un sitio cerca de aquí.
—Y yo vine para poder besarte a ti, no quiero irme.
—No te tienes que ir, me hace feliz tenerte aquí conmigo.
—¿Ya te he dicho qué me gustas? Quiero llenarte de besos, caricias, todo, déjame marcarte el alma para que no te olvides de mí.
—Me gustas también. Y cariño, tú, puedes hacer todo lo que quieras.
«Me tienes...», le susurró en el oído para después besar su mejilla, ése chico merecía todo de él. Llegó un momento en el que fue algo difícil quitárselo de encima, pero quería prepararle una cosa para comer, el amor no llena el estómago.
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Esta era la rutina que deseaba, una vida en la que Jonathan lo despertará todos los días con su voz, y en la tarde comer con él, viendo t.v abrazados, justo como ahora. Lo quería en su vida de forma permanente, no importaba como fuera.
Lo quería a él.
Se acurrucó un poco más a su lado, esta vez tomando la iniciativa de ser él quién lo besará, mientras mantenía una mano sobre su pecho. Le gustaba la sensación de sentir su pecho subir y bajar. Él le correspondía besándolo de vuelta, rodeando con una mano sus hombros y de vez en cuando acariciando su cabello.
El insulso novio de su ex, hoy era suyo.
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Desprenderse de él no fue sencillo, incluso creía que se habían pasado de tiempo. Lo único positivo es que realmente aprovecharon el tiempo libre del contador. Subieron al auto de nuevo, pero esta vez ambos entrelazaban sus manos cada tanto y existían besos fugaces en los semáforos.
Al final de un rato llegaron al gimnasio, Jonathan no creyó que Michael quisiera despedirse de él con un beso, pero estaba totalmente equivocado, éso fue lo primero que hizo. E inevitablemente el contador tuvo que sonreír en medio del beso.