El Perfil Del Novio De Mi Ex [Corrigiendo]

XI - Confesiones

Estuvo fuera de sí durante un buen rato, solamente veía los labios de Patrick moverse, pero en realidad no entendía absolutamente nada.
Parecía como si dentro de su oído hubiera un fuerte zumbido.
Todavía no tomaba el valor de beber, solamente estaba jugando con la bebida.

Escucho la risa de Patrick, quién lo miraba de forma curiosa, así que solamente le dió una sonrisa forzada.

—No me invitaste por cortesía, ni para revivir los viejos tiempos ¿Cierto?

—Lo siento, es solamente que estos últimos meses han sido un total desastre. Yo no estoy cuerdo desde...

—Sara.

—Sí, ella. Todo gira a su alrededor e incluso mí vida actual.
Hice algo terrible, no tengo forma de justificar lo que he hecho.
Ella me jodió la vida, he estado cuestionandome que demonios hay mal conmigo, le he dado vueltas al asunto un sin fin de veces.
Buscando encontrar lo que me hace falta, creyendo que al verla todos ésos fantasmas se irán de mí vida.
Patrick, me equivoqué —dijo a penas en un hilo de voz—, Dios que la regué en grande, estoy lastimando a una persona que ha sido tan buena conmigo sólo por ver a Sara de nuevo.

—Dile la verdad, es mejor cortar con el tema ahora que seguir prolongando el dolor.
Es preferible que se lo digas cuánto antes, si Sara lo descubre antes... hermano, lo siento, pero estarás perdido.

—Sí te digo quién es, vas a decir que estoy jodidamente loco.
No sabes cómo he querido odiarle, sin embargo hace de todo para evitarlo, lo intente, Dios sabe que lo intente.
Me estoy acostumbrando a escucharle por las mañanas, verle sonreír, y te puedo jurar que he visto la forma en la que brillan sus ojos.
No sé ni de que color son, a veces son grises, verdes, pero en ocasiones tiene un destello de café en el centro, sólo que es tan... —hizo una pausa—, no tengo forma alguna de describirlos.
He perdido la cuenta de las veces que tuve que ampliar sus fotos, buscando el matiz correcto, en ocasiones son tan oscuros que se parecen a los de un gato, ése verde oscuro común en gatos atigrados.
Estoy viendo cosas tan insignificantes, como cuándo sonríe tiene ésas líneas en su cara, no he conocido persona más expresiva.
A veces no puede parar de reír, por lo que tiende a cubrirse el rostro, es la clase de persona que puede decirte todo con solamente mirarla.
Y cuándo le vi por primera vez... ví sus cejas, es como sí cobrarán vida cada que habla, las demás personas se ven raras, pero en cambio —suspiro—, hablando “de”, solamente piensas que le queda bien. Su cara es tan expresiva.

—Solamente falta que me digas a que hora suele levantarse.

—Se levanta todos los días a las 05:30 am, me llama a las 06:00 am, y aunque no me lo diga, reconozco que lo hace solamente para que yo despierte.
Adora el ciclismo, solía practicarlo antes en las mañanas, pero ahora por mí culpa no lo hace más, tiene que quedarse estático en una caminadora o una bicicleta spinning.
Esta en una rutina horrible, que probablemente le esta consumiendo el alma, sólo que es tan buena persona que no me lo dirá jamás.
Y yo... soy incapaz de dejarle ir.
Patrick, en definitiva soy un estúpido, ésa persona no sé merece que yo le engañe solamente por saber de Sara.

Su compañero simplemente le murmuró unas palabras y siguió anotando algo en sus apuntes.
Debía estar planeando la demanda del cliente que fue engañado, así que probablemente no tenía cabeza para escucharlo.
Patrick ocupaba su ayuda y él había aprovechado el tiempo para desahogarse.
Simplemente se disculpó, se puso los lentes y comenzó a leer.
Estaba concentrado en la hoja, tacho algunas cosas y agrego otras, después sintió una mirada a través del cristal.

Ahí estaba Jonathan, saludándole desde afuera.
No le menciono nada a Patrick, simplemente se levantó para ir a verlo.

Le abrazo en cuanto lo tuvo de frente, y por instinto le ayudo con la mochila que traía.

—¡Hola! Que alegría verte cerca de aquí, trabajo aquí a dos cuadras, en el edificio #215B de La Calle Fénix.
Estoy ayudando en un asesoramiento de un caso para uno de mis compañeros, pruebas de ADN y cosas así, certificado de nacimiento, en fin, caso difícil.

—Oh, suena complicado. No quiero interrumpir, me dio gusto encontrarte por esta zona.
Tal vez podamos hablar más tarde y quedar en el plan del Miércoles.

—Claro. Ah, no sé si quieres que te lleve a casa o entrás y tomas algo.
Venden bebidas sin alcohol ¿Tal vez agua?

—Aquí llevó en la mochila, voy a clases de box, estoy justo de tiempo.
No te preocupes por mí, suerte con el caso.

—¿Quieres qué vaya por ti al salir? Y hablamos de dónde quieres que te lleve el Miércoles.
Por favor, ve pensando en ello, que soy pésimo escogiendo lugares.

—De acuerdo, te mando ubicación, nos vemos más tarde.

Lo abrazo, luego se quedó un momento así teniéndolo de la cintura y le susurró «te quiero, también».

—Ve con cuidado, iré por ti.

Simplemente le respondió con una sonrisa y tomo su mochila de vuelta, después se fue.
Y Michael se quedó ahí hasta que la imágen de Jonathan desapareció.

Entro de vuelta al lugar y Patrick lo miro con una gran sonrisa, sorbió un trago, luego le dijo que volviera a revisar sus apuntes.

—Ya esta hecha la prueba de ADN, pero te sugiero que cheques el tema con el juzgado en el que presentarás la demanda, por qué he visto que sí se ponen muy exigentes en el tema de que sea realizada en los lugares que ellos tienen ubicados.
Y sobre todo, trata de hablar con tú cliente, tienen que tener una acción de respaldo, hazle hacer memoria, en estos casos casi siempre el padre biológico esta más cerca de lo que creen.

—Lo haré, gracias por los consejos.
Pero tú dime —le dijo con una sonrisa—, es él ¿Verdad?

—No.

—Cuándo los hombres hablan de una persona que les gusta y evitan usar un “ella”/“la”, casi siempre termina siendo un “él”.
Así que por favor, Sr. Spencer.

Y un «no» cruzó por su cabeza.