Someone to Stay

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Someone to Stay—Vancouver Sleep Clinic

Imagina si los peces pudieran volar y las aves pudieran nadar, si las paredes pudieran hablar, si yo no pudiera pecar, si la Tierra girara en sentido contrario a las agujas del reloj o si el sol y la luna cayeran del cielo. Imagina si hubiera un espacio vacío que nadie conoce. Imagina si tuviera el valor de pedirte que seas mío algún día.

Tengo una pequeña confesión que hacer.

¿Crees que esto sea suficiente para comprar un celular? —En cuanto el primer semáforo se puso en rojo, señalé rápidamente a Jin, haciendo que diera una vuelta un tanto brusca para poder estacionarse.

Primero lo contaré. —Señaló y asentí demasiado rápido. —Te falta como la mitad, ¿no tienes dinero ahorrado de mesadas? —Permaneció observándome unos cuantos segundos y quería que en ese mismo momento me tragara el asiento.

No negaré que llevaba una vida cómoda o un tanto lujosa a los ojos de quien fuera. Pero realmente no es como si recibiera una mesada o tuviera dinero propio. Mi padre compraba toda mi ropa o cualquier cosa que necesitara, por lo que los únicos ahorros que tenía eran de los sobres que recibía de mi tío en Navidad.

Al ver que no respondí nada más, Jin se acomodó nuevamente en su asiento; prendió la radio y me pasó mi alcancía en forma de dinosaurio. Condujo nuevamente mientras yo permanecí abrazando la alcancía.

Me sentía tan impotente porque Jungkook se esforzaba tanto en comunicarse conmigo. Había abierto un club de lengua de señas exclusivamente para entablar conversaciones conmigo, y yo quería hacer lo mismo por él.

Quería incluso más.

Más tiempo.

Más conversaciones.

Desvelarme mandándonos mensajes a las tres de la mañana. Preguntarle cómo estaba los fines de semana... En verdad deseaba tanto poder hacer aunque fuera un poco de lo que él hacía por mí.

"Creo que somos lo que somos por muchas razones y tal vez nunca sabremos la mayoría de ellas. Pero incluso si no tenemos el poder de elegir de dónde venimos, todavía podemos elegir hacia dónde vamos. Todavía podemos hacer cosas. Y podemos intentar sentirnos bien acerca de ellas". — Eso es lo que dice una de mis citas favoritas de mi libro favorito: Las ventajas de ser invisible.

Y yo quería elegir a dónde ir esta vez.

Al llegar a la universidad, le pedí a Jin que me dejara en la entrada. Creí que me encontraría con Jungkook como todos los días; marchando como un soldado para hacer reír a sus amigos, o bailando debajo de algún árbol mientras jugaba con las hojas que caían.

Pero no fue así.

A quien me encontré fue a Taehyung, que iba caminando con un saxofón en sus manos. Me apresuré a tocar su hombro y, al verme, sonrió y finalmente señaló:

Hola.

Habían pasado algunos meses desde que habían abierto el club de lengua de señas; aunque aún les costaba un poco, ya podían señalar frases completas. Sin embargo, yo me sentía impotente por no poder hacer lo mismo para comunicarme con ellos.

Así que saqué una libreta que últimamente llevaba conmigo y una bonita pluma en forma de gallina que Jungkook me había regalado. En ella, le escribí:

LOS SONIDOS DEL SILENCIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora