Vienna

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Vienna—Billy Joel

Realmente, ¿quiénes somos? Lo último que puedo responder es ser una persona. Cuando huyes del dolor con el anhelo de olvidar, lo único que logras es quedarte atascado. Te vuelves incapaz de seguir adelante.

Y es que cuando somos niños, los adultos nos muestran esa parte donde se nos permite ser vulnerables. La creencia de que una caída se mejora con el abrazo de Mamá o Papá y que cuando vas a dormir, todo el mundo lo hace. Como si el mundo girara por y para ti.

Pero, ¿qué pasa con los niños que no se les permite ser vulnerables? Aquellos que no tienen una madre o un padre. O aquellos que hacen creer que tu existencia es pequeña y mínima en el mundo.

Existen tantas razones por las cuales te conviertes en el tú de ahora y muchas razones y etiquetas cuando el mundo está sobre tus hombros. Porque el mundo pesa.

Existen tantas reglas y porqués en el mundo. Pero también existe eso que no te cuentan. Como cuando tienes esos días felices que parecen Navidad todos los días, y que la sonrisa hace que te duela el rostro. Cuando sientes decepción cuando alguien te lastima y pones toda la culpa sobre ti. O que incluso las emociones se multiplican cinco veces más.

Pero definitivamente, nadie contará que la tristeza es un tesoro.

—¡Aléjate de mí! —escuché la voz de Beomgyu y me levanté del suelo.

—Ya te dije, te acompañaré a donde sea que vayas. —le siguió Yeonjun poniéndose frente a él, mientras sonreía estúpidamente mordiendo su piercing.

—De acuerdo. Si es así... vayamos a un edificio y salta conmigo.

—Sería un placer cometer suicidio doble contigo.

Después de esto, Beomgyu pateó el tobillo de Yeonjun, haciendo que este se quejara de dolor. Al mismo tiempo, volteaba en mi dirección y al verme, borró su sonrisa. Sus ojos parecían que un delito quería cometer conmigo y finalmente, Beomgyu caminó hasta llegar a mí.

—¡Taehyung! Que bueno que te encuentro, necesitaba hablar contigo. ¿Dónde está Yoongi?

—Aún no llega. —respondí con mi vista severa en Yeonjun. —¿Están saliendo o algo así?

No supe ni el momento en que Beomgyu pateó mi tobillo hasta que lo sentí, y mientras yo me quejaba de dolor, ese idiota de rayos azules no hacía más que reírse.

—¡Primero me como un kilo de guanábanas! ¡Desde hace días no hace más que seguirme!

Mientras esos dos idiotas seguían peleando, a lo lejos vi cómo Yoongi corría a toda prisa hacia nosotros. El largo de su pelo y lo ondulado que estaba lo hacía ver jodidamente bien, incluso con la cara tan preocupada que tenía.

—No vino... —dijo mientras tenía las palmas sobre sus rodillas tratando de jalar aire para sus pulmones. —Jimin no vino a clases...

El día de anteayer, después de haber ayudado a Jungkook a repartir los volantes de su madre, Jimin decidió acompañarlo a casa y no solo eso. Sino que al día siguiente llegaron juntos a la Universidad, pero el día de hoy, como todos lo habíamos supuesto, no llegó.

—Hace unos días le pedí a Dong Min que investigara al Director, y creo que es momento de soltar la primera bomba. —habló Yeonjun y todos pusieron su vista en él. —Creo que este sería un buen momento para atacar.

LOS SONIDOS DEL SILENCIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora