Control

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Control—Zoe Wees

«Nadie conoce los sentimientos de los demás si no preguntan. Nadie puede entender nuestros sentimientos si no los demostramos. Hay cosas que no sé, así que quiero entenderlas. Eso es lo que me hace feliz. El hecho de que pueda pensar así, sin dudarlo, y que pude conocer gente que me ayudo a pensar de esta forma, me hace feliz.»

La mañana caía lentamente cuando me encontraba frente a la casa de mis padres mientras recordé aquella frase que memoricé la noche anterior cuando Jungkook me obligó a ver uno de sus animes favoritos. Creo que mi parte favorita fue cuando Sawako de Kimi Ni Todoke se da cuenta de sus propios sentimientos gracias a la ayuda de sus amigos. Pero, justo ahora, eso no era tan importante.

A pesar de la insistencia de mis padres para que fuera a visitarlos, sentía un nudo en el estómago que no podía deshacer. La última vez que estuve allí, la discusión sobre mi elección de estudiar música había sido tan intensa, y esa herida emocional que provocaron en mí con su reproche, aún perduraba en mi corazón.

Mis pasos sonaban pesados en la acera mientras me acercaba a la puerta de la entrada. La casa, bañada por la luz dorada del amanecer, parecía tranquila desde fuera, pero sabía que en su interior aguardaban conversaciones incómodas y miradas que odiaba.

Respire profundamente antes de tocar el timbre, tratando de encontrar la fortaleza para poder enfrentar lo que sea que me esperaba ahí dentro. El timbre resonó a través de la casa, y la puerta se abrió mientras la tensión en el aire era palpable, y aunque deseaba estar cerca de mi familia, también deseaba con todas mis fuerzas ser aceptado por quien era.

La gente llama adicción a muchas cosas, pero se han olvidado de la tristeza. He estado triste por tanto tiempo que cuando vuelve en retorno se siente como un viejo amigo. Pero mi voz esta tan cansada como para pedir ayuda, y mis piernas que conozco tan bien, son las únicas que me sostienen. Las lágrimas ya no salen porque incluso mis párpados están cansados para hacer ese esfuerzo. Así que solo me queda respirar lento y profundo y esperar a que nuevamente mi tristeza se le ocurra ir de viaje y esperar su regreso.

—Pasa.—indicó mi madre en cuanto mis pies se inmovilizaron en la puerta.—Tu padre está en el despacho.—su voz reflejaba una mezcla de molestia y decepción profunda.

Su mirada intensa y penetrante, parecía atravesar con crítica cada palabra y acción que yo hacía. Esa calidez que antes solía mostrarme se había convertido en una mirada gélida, llena de desilusión y desconfianza, como si sus ojos mismos estuvieran exigiendo que dejara de ser yo.

Y no tenían ni idea de lo mucho que su desprecio había drenado mi alma.

Al cruzar el umbral del despacho de mi padre, una sensación de miedo se apoderó de mí, haciéndome sentir pequeño y tan indefenso.

Mi padre, con ceño fruncido y los ojos chispeando de enojo, me miró fijamente cuando entré. Su mirada estaba cargada de una furia que me hizo sentir como si hubiera cometido un error imperdonable, incluso antes de pronunciar una palabra. La habitación parecía encogerse a mi alrededor, y su mirada penetrante me hizo temblar de temor haciéndome querer huir de ahí.

—No vagare con palabras, iré directo al grano.—hablo en cuanto me senté frente a él.—No puedes seguir estudiando música. No es una carrera estable. Te estamos haciendo un favor al dejar de pagar tu matrícula.

Estaba tan agotado de intentar mostrarles que puedo ser algo grande.

—Yoongi,—intervino mi madre.— queremos lo mejor para ti. Estudia algo más seguro, algo que te dé estabilidad financiera.

LOS SONIDOS DEL SILENCIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora