03 | widow

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El velorio de Roier es tranquilo. No se organizó un gran evento como el de su casamiento. A su entierro esta vez solo están presentes familiares y personas que realmente eran importantes y queridas por el fallecido. 

Cellbit está agradecido por ello, no sabía de qué podía ser capaz si veía desconocidos o personas aprovechando el encuentro para hablar de negocios prometedores, como había sucedido en su boda (incluso si la misma fue también, solo una estrategia más de marketing).

Hay personas que se acercan a Cellbit y le dan sus mejores deseos, otras simplemente lo miran con lastima. A sus ojos, él es un viudo triste que se acaba de quedar solo y desamparado.

Cada vez que alguien se acerca y lo mira, con ojos lastimeros, para luego decir algo como lo siento o lamento tu perdida, el rubio tenía ganas de gritarles en la cara que no debían tener nada de lastima por él, porque aquella muerte era su culpa, pero se abstenía. No quería causar ningún escándalo en el funeral, por la familia De Luque.

Cellbit contiene las lágrimas cuando bajan el ataúd de Roier a su tumba. No quería llorar, no se sentía digno de sufrir ese duelo.

Pero a contra de sus deseos, una lagrima gorda se desliza por su mejilla.

No quiere hacerlo, pero mira a la familia De Luque. Foolish, su suegro, llora en el hombro de su marido, Vegetta, quien no se ve muy bien tampoco, pero parece querer ser fuerte para su familia. Leonarda, la hermanita pequeña de su marido, parece... sin vida.

No tiene ese brillo en los ojos que es característico de la niñez. No llora, pero tiene los ojos rojos e hinchados, como si ya lo hubiera hecho mucho tiempo. La infancia de la niña acaba de ser arruinada, tal vez jamás volverá a ser la misma.

Hay mucha gente llorando, personas que Cellbit no conoce, pero que debían haber querido mucho a Roier en vida. Le llama la atención un muchacho pelinegro con un beanie en la cabeza, que no podía parar de sollozar y una muchacha castaña con mechones violetas, que también lloraba de forma descontrolada.

Cuando llega el momento de dejar las flores en la tumba, Cellbit deja unos amarantos, porque habían sido la flor elegida por Roier para el ramo del casamiento.

Algunos dejan rosas, otros margaritas o lavandas. Leonarda deja unos preciosos tulipanes, con una tarjeta en la cual se leía always juntos, frase que también podía leerse en la tumba del fallecido.

Los invitados empiezan a alejarse, para seguir con el evento, pero Cellbit se queda mirando la tumba, quieto. Había quedado muy bonita, colorida. A Roier le hubiera gustado mucho.

El rubio decide que ira todos los días al cementerio a visitarlo y a regar sus flores o dejarle nuevas, así siempre está igual de bonita que ahora. Era lo menos que podía hacer.

— Cellbit. — escucha la voz suave de Foolish a sus espaldas. — Iremos a otro salón a comer algo y a ver videos y fotos de Roier, recuerdos. ¿Vienes?

— No. — responde, frio y cortante. Luego se da cuenta con quien está hablando, y que no debería ser tan grosero. — No, gracias. Creo que me quedaré aquí un rato.

Foolish asiente y escucha sus pasos alejarse. El rubio se da cuenta que es lo único que ha hablado con él desde la muerte de su hijo, y que a Vegetta no le ha dirigido la palabra.

Se siente un idiota. Incluso ahora la caga con los De Luque.

Cellbit se ha sentido perdido desde la muerte. No entiende si se siente así por la pérdida que ha tenido, o porque no sabe qué hacer realmente si no está Roier a su lado, cosa que es absurda, porque cuando lo había estado, había deseado más de una vez que se fuera. Pero no así.

No así.

Se sienta al lado de la tumba y llora todo lo que tenía adentro, guardado. Llora hasta sentirse agotado, hasta que sus ojos duelen y las lágrimas parecen agotarse, pero no dejan de salir, de forma torturante.

Llora como si realmente hubiera amado a Roier, como si aquel matrimonio no hubiera sido un engaño para llenarse más los bolsillos.

Está tan concentrado en su sufrimiento, que no se da cuenta de la anciana que está en su espalda, mirándolo con compasión. No se da cuenta, hasta que ella habla.

— Joven, lamento muchísimo su sufrimiento, y lamento interrumpirlo también... — Cellbit se sobresalta al escucharla, y se da vuelta para mirarla. Se trata de una viejecita, de mirada amable, que estaba vestida de negro de pies a cabeza. Una viuda piensa el rubio, como yo. — pero, ¿podría compartirme una de esas preciosas flores, así le dejo a mi esposo? no hice tiempo de comprarle unas.

Cellbit asiente sin dudar, mientras se levanta y se limpia las lágrimas. Recoge una variedad de flores. Un amaranto por aquí, una margarita por allá, una lavanda... pero no toca los tulipanes de Leo, esos no.

Las junta y hace un intento de ramo, un poco desordenado, y se los da de buena fe a la señora.

— Muchísimas gracias. Le he pedido a otras personas, pero... se han negado. Parece que compartir y ayudar no es algo tan común, tiene usted un buen corazón. — sonríe la viuda, Cellbit sabe que no tiene razón, pero no la contradice y se queda en silencio. — Un buen corazón, pero uno triste. ¿Quiere usted hablar sobre ello?

El rubio no entiende de qué serviría hablar sobre su perdida con aquella persona desconocida, pero había algo en su sonrisa, o en su forma de expresarse, que le resultaba muy cálida. Además, necesitaba hablar de su dolor con alguien de forma desesperante.

— Era mi esposo. — se sorprende por lo quebradiza que suena su voz. — Murió atropellado, y es mi culpa. Peleamos antes, y... bueno.

Se espera una mirada severa, o incluso un insulto, pero la anciana parece entenderlo. — Me imaginó que lo amabas mucho, ¿verdad?

Cellbit hace una mueca. — No, la verdad es que no lo hacía. Nos obligaron a casarnos, y no nos gustábamos mucho. Aunque la verdad es que... tampoco me esforcé mucho en quererlo. A las primeras peleas, me rendí, y no trate de entenderlo mejor. No trate que funcionará, no realmente. Y me da mucha tristeza, porque me arrepiento muchísimo, no tienes idea cuánto.

La mujer no parece inmutarse a su historia, como si realmente ya lo supiera todo. — Y si tuvieras una segunda chance, ¿cambiarias algo? ¿Crees que si lo quieres, eso lo salvaría?

Cellbit suspira, mientras su historia con Roier pasa por su mente, tal película. Muchísimas peleas, pero los pocos momentos en donde habían hablado bien y reído juntos, eran ahora, preciados. 

Se da cuenta de vuelta lo que ya sabe. Que si se hubiera esforzado un poco más, habría llegado a querer mucho a Roier, aunque sea como un amigo, o un compañero.

— Si. Cambiaria absolutamente todo. No dejaría morir a Roier. — el rubio jamás ha sido tan sincero en su vida. Una segunda chance. ¡Que hermoso sonaba! pero era imposible. Roier está muerto y los viajes en el tiempo eran imposibles. Lo hecho, hecho estaba.

La anciana asiente, y aunque ya no la está mirando a la cara, Cellbit sabe que hay una sonrisa en su rostro, no sabe cómo, pero lo sabe. — Está bien, Cellbit Lange, está bien.

No entiende porque responde eso, y se da vuelta para mirarla para preguntárselo, pero ella ya no está ahí.

Había desaparecido.

Miro a hacia todos lados, confundido, pero no había rastro de la viuda en ningún lado.

En su lugar, y en donde había estado parada, había un par de pétalos de una flor de color anaranjado, derramados por el piso.

Lo había llamado por su nombre.

Cellbit jamás se lo dijo.

ˋˏ ♡ ˎˊ

Second chance | GuapoduoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora