17 | cempasúchil

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La pareja casada empieza a pasar mucho más tiempo con el otro, disfrutando de la compañía contraria un poco más cada día. Roier se enamora despacio, con un poco de miedo, mientras que Cellbit se siente un adolescente enamorado, que suspira por su amor cada tarde, mañana y noche.

Una tarde, Cellbit vuelve del trabajo un poco estresado. Quiere fumar, pero cada vez que recuerda la cara de enojado de Roier al verlo haciéndolo, las ganas siempre se van al instante. Era increíble el poder que su esposo tiene sobre él.

Al llegar a su casa, se sorprende por la forma en que la encuentra. Está decorada con papel picado, flores de colores, velas y calaveras. Todo se ve muy colorido y su casa parece tomar vida.

— ¿Roier? ¿Puedo saber qué es todo esto? — pregunta, con genuina curiosidad, al encontrarse a su esposo.

— No me pidas que lo quite, por favor.

— Jamás haría algo así. ¿Decoraste tú? No sé para qué es, pero la casa se ve hermosa.

Roier suspira de alivio. — Gracias. Si, decore todo yo.

— Es hermoso. — dice el rubio, mirando a su alrededor. — ¿Puedo saber para qué es?

— Es para el día de los muertos. Ven, quiero mostrarte algo. — sonríe y lo toma de la mano, guiándolo a su habitación.

Allí, hay una mesa con un mantel decorada con fotos, flores, calaveras, velas e incluso comida. Una flor de color anaranjado es la que decora en más cantidad.

— Esto es una ofrenda. — sonríe Roier, mientras pasa sus dedos por el mantel. — En el día de muertos, se cree que los seres queridos que han fallecido vuelven a casa y nos visitan.

Parece orgulloso de su cultura. Cellbit se acerca a donde esta él.

— Suena hermoso.

— Gracias.

— ¿Puedo saber quiénes son las personas de las fotos? — pregunta, con timidez, el brasileño.

— Por supuesto. — contesta el castaño, y empieza a contarle sobre aquellas personas, señalándolas en las fotos. — Este es Spreen, fue mi mejor amigo de la infancia, falleció en un accidente automovilístico. Este es Lobo, mi perrito, falleció porque me fui de viaje y Spreen olvidó cuidarlo. Aún estoy un poco enojado con él por eso, la muerte no nos salva de algunas cosas. Este es Missa, mi primo, falleció por una enfermedad. Y este niño es Tilin, otro primito, que también falleció enfermo.

Nombra a todas las personas fallecidas con paz, como si ya hubiera sufrido lo suficiente por ellos. Cellbit se sorprende, porque piensa en el dolor que Roier debe haber pasado al perder a tantos miembros de su familia. Los De Luque parecen haber pasado por mucho.

— Sé lo que estás pensando. — la voz tranquila del castaño rompe el silencio que se había formado. — ¿Sufrí? Si, muchísimo. Por un tiempo, pensé que estaba maldito al perder tantos seres queridos de forma tan rápida. Pero con el tiempo... lo superas, no lo sé. No sé explicarlo ni sé que me hizo seguir adelante. Tal vez simplemente no tenía opción. Llorar y sufrir no iba a traer a ninguno de ellos de vuelta.

"Llorar y sufrir te trajo de vuelta a mi" piensa Cellbit, mientras lo mira en silencio. Se estremece, porque entiende que es un privilegiado. Definitivamente no todos tienen la oportunidad de poder salvar a sus seres queridos, como él. Tal vez nadie más que él incluso.

— Confió en que ellos están en un lugar mejor. — solo puede responder el rubio. — Y hoy te visitarán.

Roier asiente, sonriendo. La simpleza en las palabras de Cellbit le gusta. Otra respuesta más elaborada o larga tal vez no hubiera sido ni la mitad de adecuada.

— ¿Puedes contarme más sobre este día? No quiero ser muy pesado. — pide Cellbit

— Pregunta todo lo que quieras, me encanta que te interese.

— ¿Quién es esa mujer? — pregunta, mientras señala a una mujer hecha de huesos y vestida finamente.

— La Catrina. — responde Roier. — Es un símbolo, representa que no importa nuestra posición económica, si nos vestimos con las ropas más finas hasta las más sencillas, la muerte nos alcanza igual. Todos terminamos siendo solo huesos.

Cellbit acaricia el suave mantel de la ofrenda, imitando a Roier, y luego señala un plato con pan con forma que suelta humo, señal de que esta fresco. — ¿Y ese pan?

— Pan de muertos, es usual en las ofrendas. Tengo más en el horno, podemos compartir un trozo luego. — ofrece, Cellbit sonríe, asintiendo.

Su atención se desvía a unos pétalos de una flor anaranjada que se encuentran repartidos por todo el altar. Se ven demasiado familiares, definitivamente ha visto esa flor en algún lado antes.

— ¿Y estas flores? lamento si pregunto demasiado.

— No te atrevas a disculparte, Cellbit. Son cempasúchil. Representan el sol y la vida, se utilizan en las ofrendas para guiar a las almas de los difuntos de regreso a sus hogares. — explica, mientras lo mira, aun sonriendo. Está feliz de que su esposo este tan interesado y maravillado por su cultura.

Cellbit toma un par de pétalos en su mano, mientras recuerda donde ha visto ese color anaranjado antes. Cuando esa anciana del cementerio lo perturbó y luego simplemente desapareció. En donde ella había estado, dejo pétalos de cempasúchil desparramados.

"Representan el sol y la vida" Cellbit mira a Roier, mientras las palabras resuenan en su mente. Se da cuenta de que él y Roier están más conectados a ese día de lo que realmente creen. En otro mundo, en donde su segunda chance no fue dada, tal vez Leonarda es la que, en este momento, pone una foto de Roier en un altar de muertos. El pensamiento le da tristeza, y en su cara se ve reflejado.

— ¿Qué sucede, Cellbo?

— Me da tristeza de que hayas pasado, por tanto. Perder a tantos seres queridos... no sé si yo sobreviviría a perder a una de mis hermanas o a mi papá. Eres realmente muy fuerte, Roier. — dice, con sinceridad.

Roier se ruboriza, mientras siente que se enamora de Cellbit un poquito más.

— ¿Tienes alguna foto de tu madre aquí? si gustas, podemos hacerle un lugar en el altar.

Cellbit lo mira, con ojos brillantes. Roier no solo ha recordado la muerte de su madre, sino también le ofrece algo maravilloso. — ¿Lo dices en serio?

— Claro que lo hago, Cellbo.

— Traeré una. — desaparece por la puerta y vuelve unos momentos después, con una foto de su madre en sus manos. — Aquí esta. Me la regalo Philza.

Le da la foto y Roier la toma, mientras admira el rostro de la mujer. Su hijo es parecido a ella. La pone en el altar con delicadeza, y pone una vela al lado de la misma.

— Gracias, Roier. — su voz suena realmente agradecida.

— Gracias a ti, por interesarte. Me gustaría algún día acompañarte a Brasil.

— Tal vez podemos ir en fechas de carnaval.

— Suena maravilloso. — se sonríen.

Roier pasa sus brazos por la espalda de Cellbit, comenzando un abrazo. Es uno cálido, que refleja cariño honesto y sencillo. Es la primera vez que se abrazan de aquella forma. Ambos se sientes cómodos, así que permanecen un par de minutos así, abrazados y sintiendo como sus esencias se mezclan.

De reojo, Cellbit puede jurar que vio como un par de pétalos de cempasúchil resplandecían con un brillo peculiar, pero tal vez solo fue su imaginación.

También puede jurar que la Catrina movió la cabeza y ahora está mirando en su dirección, observándolos. Pero definitivamente debe ser solo su cruel y creativa imaginación.

¿Cierto?

ˋˏ ♡ ˎˊ

Cap muy corto, el proximo es mas largo. Solo quiero avisar que soy fan de la representación y el rol de la Catrina en la peli "el libro de la vida" y que la influencia de esa película me llevo a escribir este fanfic. Eso es todo. 

100 días sin guapoduo, que castigo.

Second chance | GuapoduoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora