18 | prince and knight

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Cellbit siente su estómago temblar mientras el auto estaciona, se queda en blanco durante unos segundos, hasta que el chofer le avisa que ya puede bajarse.

Se encuentra en frente de esa gran e impactante casa blanca, de nuevo.

Los bailes y fiestas en la casa de Vegetta parecen seguramente a punto de convertirse en algo frecuente en su vida.

Antes, para él, era usual ver a su padre desaparecer algunas noches de los fines de semana para venir a estos encuentros, pero ahora ser parte de los mismos le generaba... nervios.

En esta ocasión, es una fiesta de disfraces por Halloween. Se está celebrando un poco tarde, pero a Vegetta parece importarle muy poco esa clase de cuestiones.

Cellbit está disfrazado de caballero medieval. El disfraz no es la gran cosa, pero cree que le queda relativamente bien. Mientras entra a la imponente sala de baile, observa los disfraces de la gente. Superhéroes, cantantes, princesas... no ve ninguno que lo sorprenda.

Trata de no admitirlo, pero sus ojos están buscando, de forma casi inconsciente, a Roier.

En medio de la muchedumbre, un muchacho de espaldas a él capta su atención. Tiene una capa roja, con finas líneas negras, casi imperceptibles en forma de telaraña.

Le llama la atención porque no entiende cuál es su disfraz exactamente, pero cuando el chico se da vuelta ese pensamiento desaparece.

Roier.

Lo precioso que esta le roba el aliento. Tiene un delicado traje blanco de seda, una pequeña araña gris decora su pecho y una corona de un sutil color rosado se posa sobre su cabeza.

Su hermosura resplandece. Siempre ha sido bonito, pero tal vez ahora lo está más que nunca. Esta disfrazado de príncipe. Es un disfraz perfecto para él, Cellbit piensa.

Cree que no ha sido visto, pero Roier también lo está mirando.

Al castaño le sorprende cómo su esposo tiene la capacidad de verse tan tierno y bonito a veces y tan atractivo otras. Ese traje de caballero favorece su fuerte cuerpo mucho y le sorprende que ese sea el hombre que hace un par de días se estaba sonrojando por sus tontos coqueteos.

Incluso con metros de distancia, sus ojos hacen contacto visual y sus pies empiezan a moverse para encontrarse.

Al tenerse en frente uno al otro, se quedan sin palabras. De alguna manera, la vibra entre ellos es diferente y ambos son capaces de percibirla.

— Te ves hermoso. — dice Cellbit, rompiendo el inusual silencio creado.

Roier se sonroja. — Hola para ti también, gatinho.

Cellbit ríe ante el apodo. La música empieza a ser escuchada y ya hay parejas bailando. El rubio las mira y luego mira al castaño, como pidiéndoselo con la mirada, pero Roier no lo comprende, así que el rubio no tiene otra opción que pedírselo realmente.

— ¿Bailamos? — pregunta, con voz tímida.

— Estaba esperando que me lo pidieras. — ríe Roier, toma de la mano a su marido y corren hacia la pista de baile.

Bajo la fuerte luz de la sala, sus cuerpos se entrelazan en armonía, guiados por la alegre melodía que llena el espacio. Sus miradas se encuentran con complicidad y cariño y la conexión entre ellos se refleja en cada movimiento y giro, haciéndolos ruborizar.

Ambos comprenden que sus sentimientos por el otro son más fuertes de lo que creen.

Bailan y bailan sin parar, riendo y sintiendo mariposas. Cada vez que amagan con sentarse y descansar, una nueva canción empieza a sonar y se sienten con la obligación de pararse y danzar otra vez.

Second chance | GuapoduoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora