19 | picnic

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Luego de su primera noche juntos, Cellbit y Roier empiezan a disfrutar el triple la compañía del otro.

Por la mañana trabajan por separado, interrumpiéndose uno al otro en busca de un poco de cariño, por las tardes miran comedias románticas clichés y a la noche cocinan juntos tomando vino y cantando canciones.

Poco a poco, construyen una relación bonita y cómoda para las dos. Su trato hacia el otro no cambia mucho. Siguen burlándose y molestándose como siempre lo han hecho.

La única diferencia es que a veces las burlas terminan con un beso de por medio.

La pareja se encuentra recostada sobre una manta de cuadros rojizos, rodeada de un prado verde y flores silvestres de diversos colores.

El sol se filtra entre las ramas de los arboles mientras comparten bocadillos que ellos mismos han cocinado. Su plan de este fin de semana es un simple picnic en un campo un poco lejano.

Roier se encuentra burlándose de Cellbit porque algunas de las galletas que cocinó están quemadas. El rubio se inclina hacia él, en busca de un beso para callarlo.

— ¿Qué? ¿Es un besito? A ver, que truene. Que suene el pinche beso. — el castaño suelta una carcajada burlona y el rubio une sus labios en un beso casto y casi inocente. Al separarse Roier ríe. — Nombre, pinche beso sin fuerza.

— ¡Cállate, Roier!

— Hazme callar.

No necesita pedirlo dos veces. Cellbit posa su mano sobre el cuello de Roier y lo atrae hacia si con fuerza, provocando que sus labios se choquen en un beso fogoso y con la fuerza suficiente para que Roier se quede sin aire.

— ¿Ahora te vas a cerrar la boca, guapito? — los labios de Cellbit esbozan una sonrisa burlona que a Roier le encantaría borrar de su rostro.

El castaño no dice nada y desvía su atención para otro lado, tratando de disimular su evidente sonrojo. Cellbit ríe bajito ante el silencio de su esposo.

— Hay cosas de las que no hemos hablado aun, gatinho. — dice Roier, mientras se recuesta en el césped, mirando el cielo azul.

Cellbit se recuesta a su lado, pero no mira las nubes, solo lo mira a él. — ¿Cómo qué?

— ¿Cuándo te empecé a gustar? — pregunta, ahora si mirando al rubio.

— Mmh. Si tuviera que darle fecha, diría que fue cuando me enferme y me cuidaste. Sentirme cuidado por ti me gustó mucho.

Roier se acerca más a su esposo y sus dedos empiezan a pasearse por su pecho, acariciando y jugando con el lugar que se ha convertido en su almohada durante la gran mayoría de sus noches.

— Te enamoraste primero, entonces.

— Lo imaginaba. ¿Cuándo lo hiciste tú?

— Supe que me iba a enamorar de ti en el baile, en el primero que fuiste. Todo lo que pasó esa noche me hizo darme cuenta de ello. Los celos que sentí cuando yo y Quackity vimos que Luzu coqueteaba contigo no fueron normales. Creo que se me noto en el rostro porque Quackity me sacó de verte más con él con velocidad. Y supe que me había enamorado cuando te escuche cantar... sabes que amo cuando cantas ¿verdad?

Cellbit traga saliva, mientras los dedos de Roier se deslizan por sus bíceps, dándole escalofríos.

— Me lo has dicho un par de veces, creo.

— Que bueno. — Roier parece concentrado en admirar a su esposo, en su rostro puede percibirse un atisbo de una sonrisa coqueta. — .... ¿Y te he dicho cuanto me gusta este lunar de tu cuello, aquí mismo?

Sus dedos se pasean por el cuello del rubio, quien cierra los ojos, dejándose llevar por las caricias.

— De hecho, no.

— Que pena. ¿Te he dicho cuanto me gustan tus hombros? Son buenos para sostenerse y agarrarlos.

— No, tampoco

— ¿Y te he dicho lo mucho que me gusta tus labios sobre los míos? — sus yemas acarician el labio inferior de Cellbit, devorándolos con la mirada.

— No me lo has dicho en palabras, pero he sido capaz de notarlo.

— Me alegra. — y lo besa de forma dulce.

Al separse, sus risas se mezclan con el susurro del viento. Se sumergen en esa atmosfera serena, tranquila y romantica que los rodea en ese mismo instante. Es solo suya, igual que este momento.

Entre mordiscos de sándwiches, galletas y sorbos de vino, intercambian bromas y coqueteos, mientras el aroma a hierba y a flores llena el aire.

Se sienten dos adolescentes enamorados. Cellbit jamás pensó que se enamoraría tanto de alguien, y menos de Roier, a quien solo unos meses atrás detestaba. Roier tiene miedo de todo lo que está sintiendo, porque se ha enamorado antes, pero nunca con tanta fuerza.

El sol se pone lentamente en el horizonte, el tiempo parece ir más rápido mientras disfrutan la compañía del otro.

— Quiero ir a casa. — rezonga Roier.

— Iremos a casa entonces.

— Quiero comer una hamburguesa.

— Podemos pasar por McDonald's de camino a casa.

— Quiero un perrito.

Cellbit se queda en silencio, pero luego sonríe. — Puedo hablar con un refugio para conseguir uno, aunque yo soy una persona más de los gatos.

— Entonces tendremos un gato también.

Roier cree que solo están bromeando. Pero se sorprende cuando a los dos días, Cellbit aparece con un perrito en sus brazos. Un tierno perro raza corgi al que Roier nombra "Firusflais" y que se transforma en su hijo. Luego, Roier vuelve un día del trabajo con un gatito blanco en sus manos, al que Cellbit nombra "Tofu".

Poco a poco, comienzan a formar su casa en un verdadero hogar.

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Second chance | GuapoduoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora