01 | divorce

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Cellbit rueda los ojos mientras ignora completamente los gritos de su marido por el desastre que había dejado en el baño luego de su ducha. ¿Era la tercera vez que peleaban en el día? tal vez la segunda, el rubio ya no prestaba atención.

Llevaban cinco meses de casados. Cinco meses en esa prisión llamada ❝matrimonio❞ Si bien los Lange y los De Luque estaban en su mejor momento en cuanto de negocios se hablaba, en su vida personal, los esposos jamás la habían pasado peor, pues la cuestión era la siguiente: estaban casados, y no se soportaban.

Antes de la boda, se habían visto pocas veces, en las cuales apenas habían interactuado, al momento de casarse, eran dos desconocidos. Querían llevarse bien, y realmente trataron de hacerlo, así el matrimonio sería más soportable para ambos.

Pero cuando empezaron a compartir techo, se dieron cuenta que sus personalidades chocaban, y no de una buena forma.

Cellbit amaba el café, y a Roier no le gustaba su olor. Roier amaba las aceitunas, y Cellbit pensaba que no había otra cosa más asquerosa. Roier era desordenado, gritón, dramático, roncaba cuando dormía y era difícil que tomara las cosas en serio. Cellbit era un obsesionado del orden, gritaba poco, odiaba el drama, apenas dormía y se tomaba todo en serio, incluso las cosas que no debía.

Tenían solo dos cosas en común: un anillo en el dedo anular, y que eran extremadamente malhumorados.

Mientras toma un café en su oficina, Cellbit reflexiona y se da cuenta que realmente ninguna de esas dos cosas era algo bueno.

Su tan querido esposo aparece y abre la puerta de un portazo, y el rubio suspira, mientras se prepara para otra pelea.

ˋˏ ♡ ˎˊ

— Señor Lange, ¿quiere que deje los archivos en su oficina o se los envío directamente al señor Vlogs? — la voz de su secretaria distrae sus pensamientos mientras Cellbit anota los nombres de los posibles socios que podría llamar para ofrecer negocios prometedores en un futuro.

— Déjamelos aquí, debo revisar un par de cosas antes. — ordena, la mujer deja las grandes carpetas arriba de su escritorio. Permanece quieta, como debatiéndose si decir o no lo que está cruzando por su cabeza. El rubio lo nota. — ¿Pasa algo?

— Su esposo llamó, parecía... un poco molesto. Le dije que no aceptaba llamadas en ese momento, y me ordenó que le avisara que vendría en persona a hablar con usted. — parece un poco pálida, y Cellbit supo que los gritos de Roier deben haberla asustado.

— Esta bien, hablare con él entonces. — suspira, mientras cierra su computadora. — Puedes retirarte, gracias.

La mujer se retira, y ni veinte minutos después puede escuchar los gritos de Roier acercándose a su oficina, que es abierta de un portazo.

Roier amaba el drama, por eso le gustaba castigar a las puertas golpeándolas de esa manera, un movimiento típico de novela, Cellbit ya lo sabía.

— ¿Se puede saber que mierda es esto, Cellbit? — el castaño tira un documento firmado por él. — Yo jamás acepté esto, esta agencia es mía, tanto como es tuya.

Cellbit, molesto, se para de su silla, para enfrentar esos ojos marrones. — Esta agencia siempre fue de los Lange, yo jamás te molesto con los asuntos de la tuya.

— Por supuesto que no lo haces, porque no entiendes de que se trata la mía, pero te recuerdo, esposo mío, que nos casamos. Todo lo tuyo es mío, y lo mío es tuyo. Y cuando tomas estas decisiones, debes consultarme. — su voz ya no grita al hablar, y cuando Roier está enojado, pero no grita, el rubio sabía que estaba enojado en serio. Ese sarcasmo que había usado para llamarlo esposo mío.... odioso.

— ¿En qué tanto te afecta, Roier?

— No me afecta a mí, afecta a MI empresa, pero lo sabrías si hubieras tratado de poner un gramo de interés en ella, como hice yo con la tuya. Eres un puto egoísta.

— La última vez que puse interés en tu trabajo termine descubriendo que habías sido stripper en un club de cuarta, tal vez sea por eso, ¿no crees? tu empresa no es tan importante ni rica como la mía, por eso tu familia necesitaba más este matrimonio estúpido que los Lange-

¡Pum, golpe bajo!

Melissa era un tema intocable en las peleas, porque Cellbit sabía que Roier se avergonzaba muchísimo de ello, sin mencionar el insulto directo a su apellido, pero se estaba hartando. Solo quería trabajar en paz.

Roier se queda en silencio. Cuando Cellbit se atreve a mirarlo, por primera vez luego de tantas peleas, el rubio ve dolor en su expresión. No había sido un golpe bajo, había sido uno crítico, y estaba empezando a arrepentirse.

La expresión dolorida del castaño se endurece de pronto. Se quita el anillo anular de su dedo, dejándolo arriba del escritorio.

— Sé de tus amantes, tengo pruebas de todas ellas para llevarte a juicio y quitarte la mitad de tus cosas. Quiero el divorcio.

Sin decir más, se aleja por la golpeada puerta de la oficina, y se va.

ˋˏ♡ ˎˊ

Second chance | GuapoduoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora