Parte 30

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Una semana larga había pasado mientras Kara se recuperaba del golpe en su hombro, tuvo que renunciar a sus empleos extra al tener inmovilizado su brazo izquierdo. Eso también le sirvió de pretexto para renuncia a CatCo lo cual francamente le dolió más que el golpe con la silla, Lena que estuvo con ella durante toda su semana de incapacidad le insistió en que no era necesario que renunciará ahora que Kate Kane ya no trabajaba ahí, y había desaparecido por completo de la ciudad. Pero Kara no se sentiría bien de seguir en el trabajo que le había conseguido Kate mientras planeaba lastimar a Lena.

La cuenta del hospital la saldo Gayle, lo supo su Papá cuando fue al hospital a pedir un plan de financiamiento. Kara le agradeció de inmediato a Gayle por llamada.

—Esa atrevida— Murmuro Lena enfurruñada en la cama de Kara cuando ella terminó de hablar con Gayle.

Kara rio divertida —Deja de celarme, pareces un gato enojado.

—¿Por qué sí dejas felizmente que Gayle gasté en ti y conmigo te enojas?

—No lo hago, me ha encantado toda la comida y golosinas que me trajiste estos días— Kara giró su cuerpo al lado derecho, para ver de frente a Lena.

—Sabes que me refiero a gastos mucho más grandes, Kara— Lena bajó la mirada hacia la cama, mientras trazaba círculos descuidados sobre el edredón.

—Porque ya haces mucho por mí— Dijo Kara en suave voz, Lena volvió a mirarla —Cada día no puedo creer la suerte que tengo de tenerte.

Lena enrojeció —Eso es muy cierto, señorita repartidora— Respondió sonriendo coquetamente.

Kara se rio nerviosa, las sonrisas sexys de Lena la perturbaban demasiado y hacía que su corazón latiera errático —Eres una engreída.

Para su mala suerte de Kara, Lena se daba cuenta de lo que provocaba en ella, en un rápido movimiento, Lena ya estaba ahorcajadas sobre Kara.

—Miauuuu— Le dijo Lena sobre ella mientras levantaba una ceja.

—Aquí no Len, mis papás o Alex pueden entrar en cualquier momento— Dijo Kara asustada.

—Le puse seguro a la puerta.

Kara volvió a reír —Tienes prohibido hacerlo.

Lena se encogió de hombros —Asumiré las consecuencias, si tus padres intentan obligarme a salvar tu honra con una boda.

Kara le sonrió radiante al escuchar esas palabras, ¿para qué? negarlo, se volvía gelatina en los brazos de Lena, quién se inclinó y la besó suavemente, luego el beso fue subiendo de intensidad.

—No, para— Dijo Kara cuando Lena se apartó para respirar.

—¿Qué pasa? ¿Lastimé tu brazo?— El rostro de Lena se tornó preocupado.

—No es eso, es que no quiero que empieces algo que no vas a terminar— Dijo Kara en tono sugerente.

—Mmmmm vaya, vaya y ¿Quién me lo va a impedir?— Lena volvió a inclinarse sobre Kara, usando su voz más sensual —¿Tú con tu brazo inmovilizado?

—Oh cielos, tienes razón, estoy indefensa como un bebé ahora, puedes aprovecharte de mí— Dijo Kara con fingido pánico.

—Ten por seguro que lo haré— Le susurró mirándola con los ojos entrecerrados a través de sus tupidas pestañas negras. El corazón de Kara latió agitado ante ese gesto de la chica de sus sueños, ojos color esmeralda.

Esas enormes pestañas de Lena revolotearon por el cuello de Kara, como mariposas mientras la heredera de dejaba húmedos y sugerentes besos. Kara trataba de controlarse para que su cuerpo no se retorciera tanto, pero le costaba contener a todas esas sensaciones que Lena le provocaba. La enloquecía, hacía erizar su piel con sólo tocarla, nublaba su mente, y estaba tomando toda su fuerza de voluntad reprimir los gemidos que quería salir por su boca, pero sus agitadas respiraciones le indicaban a Lena lo mucho que su novia estaba disfrutando los besos húmedos que dejaba sobre su piel.

CASI EL PARAÍSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora