La vida privilegiada de Altagracia, abogada penalista y funcionaria del poder judicial, se disuelve cuando un escándalo sale a la luz... y acusan a su marido de un crimen atroz.
"Mi forma de amarte es inefable, pero jamás dudes que te amo, mi amor p...
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El tiempo, ese instante efímero que se asemeja al veloz correr de un correcaminos, donde en un abrir y cerrar de ojos las circunstancias se transforman. Cada amanecer se erige como un lienzo físico, impregnado con los colores vivos de nuevas oportunidades, mientras que el atardecer se convierte en un poema sereno que susurra los logros y las alegrías del día.
Las estaciones, como capítulos de un libro encantado, entrelazan un tapiz caleidoscópico que abraza nuestras vidas con la promesa de renovación y risa. Los segundos, los minutos, las horas, los días y las semanas van transcurriendo; Altagracia ya contaba con siete meses de embarazo, y la pequeña Camila, hija de Regina, había llegado al mundo hacía un mes.
El despacho jurídico ya había iniciados sus labores, consolidándose entre los primeros lugares de las listas de las firmas de abogados más eficientes y cotizadas en México. Aunque seguían trabajando en la corte, según explicaron a Amalia, solo asistían una vez al mes para revisar informes y participar en audiencias.
El baby shower también había llegado, y nuevamente las abuelas de los gemelos se encargaron de organizarlo con gran esmero. Los padres decidieron una temática de dinosaurios, reflejada en la decoración con tonalidades verdes y cafés. La mesa de postres ofrecía una variedad deliciosa que incluía galletas, cupcakes, pastel, vasitos con fruta, entre otros.
Aunque los nombres de los bebés ya estaban decididos, optaron por mantenerlos en secreto hasta el día del baby shower. Para dar inicio a la celebración, Altagracia y José Luis se dirigieron al estudio para realizar una pequeña sesión de fotos. En ese momento, solicitaron al fotógrafo que enmarcara una imagen con los nombres de ambos niños, la cual colocaron en la entrada del jardín para compartir la emocionante noticia con sus seres queridos.
- Hola – saludan llegando.
- ¡Ay ya llegaron! – saluda Raquel.
- Hola mamá – la abraza.
- ¿Cómo les fue? – lo suelta para abrazar a Altagracia.
- Bien, las fotos quedaron divinas – sonríe.
- ¿Y trajeron la foto que irá en la entrada? – la suelta.
- Claro – la muestra – aquí está.
- Pues ahí está el caballete – lo señala.
Nadie tenía idea de que la fotografía contendría el nombre de los niños, así que, con toda la calma del mundo, José Luis fue a colocar el cuadro en el caballete, revelando así que sus hijos se llamarían Alejandro y Andrés.
- ¿Qué dice? – se acerca a ver mejor la foto – No... Alejandro y Andrés.
Un grito de emoción por parte de la madre de José Luis, llamó la atención de todos, logrando que el resto de familiares se acercara para observar la fotografía.
- Alejandro y Andrés – sonríe José – Son perfectos.
- Ay mi niña – la abraza de lado,
- ¿Qué tal? – la abraza – vas a ser abuelo de Alex y Andy.
- Ya hasta apodos tienen – Lucía se une al abrazo.
- Claro, de hecho, esos salieron primero – ríe – de ahí escogimos sus nombres.
El jardín rebosaba de colores pasteles y risas contagiosas, como si la alegría se hubiera materializado en cada detalle. Globos hinchados de tonos suaves flotaban en las mesas, había un spot para fotos que fue aprovechado en todo su esplendor, todos los invitados se tomaron fotos con la embarazada. Esta ocasión si hubo bastante gente pues no solo habían asistido familiares, sino también amigos.
- ¿Quieres? – le acerca la cuchara con pastel.
- Mmm – acepta – está deli.
- ¿Sabes que más está deli? – se limpia la boca.
- ¿Qué? – sonríe viéndola disfrutar el bocado.
- Los cupcakes.
- ¿Sabes que es lo más rico para mí? – se acerca a su boca.
- ¿Qué? – su mirada fue directamente a sus labios.
- Tú – susurra sobre los de ella antes de besarla.
Después de la comida continuaron con los típicos juegos que se realizan en los baby shower, antes de comer ya habían jugado lotería, sopa de letras y cuanto mide la barriga de la mamá; ahora jugarían twister embarazoso que consistía en jugar al clásico juego twister, pero con un globo en el vientre simulando una panza de embarazo.
- Mano izquierda en rojo – indica Raquel.
- Hey, hey – grita José Luis – Valeria ya saco el pie fuera del tapete.
- Valeria, afuera – ríe.
Luego de que Jazmín ganara ese juego, llegó el momento de que los hombres jugaran ¿Quién bebé más rápido el biberón?, ahí el resto de los invitados les tocaba morir de risa viendo cómo se desesperaban.
- Tiene el hoyo bien chiquito – se queja Camilo.
- ¡EPA! – grita Regina.
Fue bastante gracioso verlos pelear con un biberón, este juego lo ganó Luis que se sentía todo un campeón al haber ganado la batalla. Luego siguieron jugando otros juegos como las sillas, comer a ciegas, viste al bebé y cerraron con el libro de los deseos, donde cada invitado escribía un lindo mensaje para los gemelos.
A las diez en punto se retiró el ultimo invitado, entre todos los habitantes de la casa se encargaron de guardar el mundo de regalos que les habían dado a los peques, al parecer les ahorrarían comprar bastantes cosas.
- No inventes – termina de desenvolver el regalo - ¿es una carriola?
- Eso parece – ríe - ¿No dice quien la dio?
- Creo que fue tu primo Bladimir – revisa la tarjeta – ajá, fue él.
- Que padre – destapa uno – ay mira – ríe mostrándole el conjunto – Relax my parents are lawyers.
Para cuando terminaron de abrir los regalos ya era de madrugada, así que dejaron todo ahí para mañana poner a lavar la ropita y desinfectar las cosas; hasta ese momento los gemelos estaban tranquilitos, durante el baby shower se movieron una que otra vez sobre todo cuando hablaban de ellos, al parecer reconocían sus nombres pues sus papás cuando les hablaban lo hacían con ellos; el punto es que al parecer a Andy y Alex no les gustaba que su mamá se desvelara pues tenían tremendo revoltijo en la barriga.
- ¿Ese pie de quién es? – ríe trayéndole un té.
- Creo que es Alex – acaricia – yo no sé cómo pueden moverse tanto si casi ni tienen espacio – hace una mueca cuando un peque le patea – Bien, si tienen espacio.
- ¿Qué te hizo? – se recuesta a su lado.
- Cuando dije que no tenían espacio uno pateo como diciendo "claro que tenemos espacio" – hace una voz tierna alisando su vientre.
- ¿Quieres que les hable para ver si se calman un poquito?
- Por fa – se acomoda en las almohadas – mañana tenemos que madrugar y no les veo intención de dormir ni dejarme dormir – sonríe.
Si les costó hacer que los niños se durmieran, al principio se emocionaron cuando su papá les habló, pero pronto comenzaron a ser menos los movimientos con el cuento que José Luis empezó a leerles.