Capítulo 19

243 30 51
                                    

Mente criminal

- ¿Y ahora? ¿qué planeas hacer?

- Tengo una hija, Alonso – bebé el último trago de tequila.

- ¿Cómo fuiste capaz de violar a Regina? – niega.

- Estaba drogado, no sé – bufa – me ganó.

- Eres un idiota – rueda los ojos – Y matar a Emma en su propia casa, ¿en serio?

- Ya deja de joder, ¿quieres? – frunce el ceño – te acabo de decir que tengo una hija.

- ¿Y? ¿de qué te sirve? – pone las manos en la cintura – eres un prófugo de la justicia, la niña, Altagracia, todos están llenos de seguridad.

- De algo me tiene que servir.

- No planeas hacerle daño a tu propia hija, ¿no es así?

- Por supuesto que no – niega.

- Piensa muy bien a dónde quieres ir – pide – mientras contactaré a Jesús para sacarte del país lo más pronto posible.

- No me iré.

- ¿Cómo?

- No me iré – niega – no planeo irme sin antes vengarme.

- ¿¡Estás loco!? No puedes quedarte aquí, irás preso.

- Me da igual.

- ¿Sabes qué?... haz lo que se te venga en gana, pero ya no cuentes conmigo. Suficiente tengo con estar arriesgando mi pellejo por estar aquí – niega – Hasta nunca León.


La creencia en una fuente sobrenatural del mal no es necesaria. El ser humano por sí mismo es muy capaz de cualquier maldad.

Una mente criminal lleva consigo un enjambre de pensamientos vengativos. Las llamas de la venganza danzan con cada recuerdo y con cada anhelo. Cada rincón de la mente alberga la inquebrantable voluntad de hacer que aquellos que lo habían condenado pagaran por sus errores.

Pero esta vez sería cuidadoso y meticuloso, no le importaba si tendría que pasar mucho tiempo en la oscuridad, pero no cometería el mismo error dos veces.

Los días pasaron y no había rastro de León. José Luis se había encargado de colocar seguridad para ellos y Regina e Isabela. Aunque no estaban muy convencidos, decidieron continuar con sus vidas, aunque no bajarían la guardia y harían todo con precaución.

Para la revelación de sexo decidieron ir a la hacienda de Altagracia. Aunque la idea principal era hacer oficial su relación y el embarazo, decidieron no hacerlo para no correr ningún riesgo, así que redujeron el número de invitados, para que se mantuviera relativamente intimo pues, tanto la familia de la rubia como la de José Luis, eran numerosas.

Ambos ya habían tenido la oportunidad de convivir con las respectivas familias, pero esta sería la primera vez que convivirían juntas.

A pesar de que habían sido días muy tensos, este fin de semana decidieron dejar todo atrás y concentrarse en ellos, conocerían el sexo de su bebé, razón suficiente para estar contentos y olvidar toda la porquería que había sido su vida los últimos meses.

Tal como lo había prometido, Regina se encargó de que todo estuviera listo para la revelación. Realizó las invitaciones, decoró el jardín de la hacienda, Altagracia al haber estudiado la maestría en impartición de la justicia y género, detestaba que se les asignara un color a los sexos, así que decidió que toda la decoración fuera de colores neutros y la revelación sería en tono amarillo para niña y naranja para niño.


InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora