Capítulo 21

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Tensión

- No, ni madres – golpea la mesa – Tú no vas a ir a ningún lado.

- José Luis, se trata de mi hija – dice Regina.

- Y también de mi hijo y mi mujer.

- No puedes ser tan egoísta, entiende – insiste – ese niño todavía no nace.

- No puedes tacharme de egoísta cuando fuiste tú quien decidió quedarse callada – recrimina – nada de esto hubiera pasado si hubieras hablado desde hace mucho tiempo.

- De haber sabido que esto iba a pasar, hubiera seguido callada – se exalta.

- ¡BASTA! – grita – las cosas ya están, no sirve de nada que se pongan a reprocharse.


El ambiente estaba tenso, las indicaciones que León había dado era claro, Isabela por Altagracia. La rubia y Regina asistirían a un punto que él indicaría para hacer el intercambio con la condición de que no interviniera la policía; claro que eso no lo iban a cumplir, Robles estaba desarrollando un plan para capturarlo. Aun así, José Luis se rehusaba a que fuera ella quien se presentara, así que le pidió al agente que realizara un plan que no la involucrara.


- Voy a ir – dice después de un tiempo en silencio – Regina y yo realizaremos el intercambio.


Pudo sentir como la mirada del moreno se clavaba en lo más profundo de su pecho, claro que estaba aterrada, pero no permitiría por nada del mundo que algo malo le pasara a Isabela.


- No – niega.

- ¿Podrían dejarnos solos? – pide – Luis... - dice una vez están a solas.

- No Altagracia; no voy a permitir que vayas a ese lugar.

- Amor, no podría con la culpa si algo malo le pasa a Isabela – lo toma de los hombros – voy a estar bien, Robles se va a encargar de que no me pase nada.

- ¿Por qué? – se zafa de su agarre - ¿Por qué siempre tienes que hacer lo que tú quieres? – la mira a los ojos – No te importa un carajo lo que yo sienta, lo que yo pida. Siempre haces lo que tú quieres, lo que sientes que es mejor.

- Luis, se trata de una niña de ocho años.

- ¡Y también de nuestro hijo! – recrimina - ¿Qué tal si Robles no puede hacer nada? ¿Ah?

- No pienses negativo.

- No, no es que piense negativo. Son cosas que pueden pasar. Tú más que nadie sabe de lo que es capaz un ser humano y león no se va a tentar el corazón si se da cuenta de lo que planeamos.

- José Luis... - se acerca a él – por favor.

- Mi respuesta es no – retrocede – pero ya entendí que no tengo ningún poder sobre ti. Sólo escúchame bien – advierte – si algo le pasa a nuestro hijo, nunca te lo voy a perdonar.


No le dio tiempo de pronunciar palabra alguna, salió de la sala hecho una furia. La abogada se sentía entre la espada y la pared; mientras acariciaba su vientre aun plano, pensaba en Isabela, la escuchó tan afectada, su voz estaba llena de miedo, sentía la angustia de Regina. Quizás era la sensibilidad del embarazo, pero verse en la misma posición que ella solo lograba atormentarla más.

Se quedó en la sala esperando a que el resto del equipo terminara de organizarse. José Luis se mantuvo al margen, tenía la esperanza de que Altagracia se retractara, aunque ella estuviera muy firme en su decisión.

Se dio la una, dos, tres, cuatro y León aun no llamaba para acordar el punto en el que se reunirían. El plan consistía en lo siguiente; la rubia llevaría puesto un localizador oculto en alguna parte de su cuerpo, Regina y ella asistirían al punto de encuentro, dependiendo de los planes del ex político, él entregaría a Isabela y Altagracia accedería a irse con él. En todo momento serían vigilados por las autoridades, los seguirían y en el punto más preciso intervendrían.

A las siete en punto marcó y el plan comenzó a efectuarse. Se sentía temerosa con un nudo en el estómago, sin embargo, en medio de toda esa oscuridad, surgía la valentía inquebrantable, como una chispa de esperanza que alumbraba su futuro, un futuro donde podría ser feliz. Se le apachurraba el corazón al ver la mirada llena de desilusión de José Luis, pero muy a su pesar, la culpa era más grande que su remordimiento; también temía por su hijo.

El lugar de encuentro estaba envuelto en una oscura neblina, la única luz provenía de farolas que apenas y llegaban a iluminar la escena. Altagracia caminaba con cautela hacia el punto de intercambio, su respiración entrecortada por la mezcla de miedo y determinación. Al otro lado, León mantenía un firme control sobre Isabela, cuya mirada reflejaba angustia.


- ¿Dónde está Isabela? – pregunta tensa.

- No te preocupes, está salvo por ahora – sonríe siniestramente – pero si quieres verla, tendrás que cumplir tu parte.


La policía estaba estratégicamente posicionada, observaba desde las sombras esperando el momento adecuado para intervenir.


- Esta bien – traga saliva – seré tu rehén, pero una vez que lo hagas, espero que cumplas con tu palabra-

- Hazlo rápido – señala hacia Isabela – no tengo toda la noche.


El intercambio comenzó, Altagracia y León se movían con precaución, cada uno evaluaba al otro. La tensión era palpable, mientras los destinos de ambas mujeres estaban a punto de cruzarse.


- Alta – susurró con una mirada suplicante.

- Isa – se acerca a ella - ¿ves esa camioneta de allá? – la señala – ahí está tu mami, corre hacia ella – la baja de la camioneta – corre.


La niña corrió con todas sus fuerzas, Altagracia expulsó todo el aire que tenía contenido en el pecho cuando la vio en los brazos de su madre, después todo su cuerpo se volvió a tensar cuando sintió las manos de león posarse en su cintura y la camioneta donde había llegado comenzó a marcharse.


- Llegó la hora – dijo sobre su oído.


En ese momento, las luces parpadearon y sirenas lejanas anunciaban la llegada de la policía. La situación comenzó a tornarse caótica, y en medio del pandemonio, León actuó rápido aprovechando la distracción para tomar a la rubia en brazos y subirla a la camioneta.


- Parece que la policía llegó tarde – sonrío arrancando el coche.


La idea intrínseca de las acciones impulsivas y destructivas, aunque inicialmente placenteras, inevitablemente conducen a consecuencias negativas, y a menudo, dramáticas.

Es como un eco del principio universal de causa y efecto, donde la semilla de la violencia germina en una cosecha amarga.

La tenía en sus manos, León se llevó a Altagracia y nadie sabía a donde.


- ¿Por qué haces esto? – lleva su mano a su cuello, producto del movimiento brusco.

- No hagas preguntas, te pedí una sola cosa y no la cumpliste.

- ¿En verdad creíste que vendría sola? – un dolor en la nuca comenzaba a inquietarla.


El hombre manipuló el coche, para luego frenar de golpe. Todo estaba oscuro, así que no tenía ni idea donde se encontraba, lo último que pudo ver fue una bodega, de ahí todo se volvió oscuro.





















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Aquí amamos el drama

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