Capítulo 27

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Celos

Seamos la inspiración, la razón por la que sigan creyendo que un cariño puede ser real.

Seamos la historia que pase lo que pase... no se podrá borrar.

- ¿En serio? – ríe incrédula.

- Sí – asiente riendo – pasé toda la noche ahí tirado, en medio de la nada.

- Ay no puede ser – carcajea.


Luego de la audiencia, Altagracia y José Luis salieron a uno de sus restaurantes favoritos para desayunar. Estaban pasando un rato muy agradable, comieron rico y conversaron de todo un poco.

La abogada puso al tanto de todo lo que ocurrió tanto en la corte como en su vida, le platicó sobre la terapia, su proceso de duelo, etcétera. Él también le platico sobre su estadía en España, los casos en los que trabajó, sus aventuras, su proceso de duelo y la travesía que vivió con cada psicoterapeuta a los que visitó estando allá.


- Cambiando de tema – suelta su tenedor - ¿Qué pasa con ese tal Dionisio?


Altagracia sonrío levemente ante la pregunta del moreno; lo conocía y sabía que si estaba preguntando era porque algo no le gustaba. Le generó cierta emoción saber que aun movía algo en él, así como él le movía a ella.


- Es un amigo – dijo sin más, no daría detalles, no aún.

- ¿Amigo?

- Ajá – lleva un poco de fruta a su boca.


José Luis pensó en quedarse con la duda, pero su boca habló antes de tomar una decisión.


- ¿Están saliendo? – se mordió la lengua, no quería verse tan desesperado.

- No, solamente somos amigos.

- Mmm – asiente – ya veo.

- ¿Y tú?

- ¿Yo qué?

- ¿Estas saliendo con alguien?

- No – niega.

- ¿Saliste con alguien mientras estuviste en España?


Casi se ahoga con el bocado que tenía en la boca, pero lo disimuló bien.

¿cómo le decía que si tuvo una relación sexo-afectiva con alguien, sin que sonara mal?

Sabía que si quería tener algo con ella tendría que ser cien por ciento honesto. Se dijo que posiblemente ella también haya recurrido a alguien más para satisfacer sus necesidades.


- Salí con alguien – admite – solo fue una relación... - duda, no sabía cómo decirlo,

- Tuviste sexo con ella – dijo con tono de afirmación más que de pregunta.

- Sí.


Quiso estrellarse contra la pared cuando vio el rostro de Altagracia tensarse, no solo la cara, sino todo el cuerpo.

Ahora, ¿a ella le dolió? Sí, pero no le dijo nada, aunque no era necesario, su cara lo decía todo.

Después de eso, la conversación entre ellos se volvió un poco seca, por llamarla de alguna manera. La rubia ya no realizó ninguna pregunta, solo se dedicó a responder con monosílabos las que él hacía.

Por supuesto que José Luis se dio cuenta de que estaba disgustada y no hacía otra cosa más que reprocharse pues sentía que ya había arruinado todo lo que aún no tenía y sabía que tendría que esforzarse el doble para poder volver a ganarse su confianza.

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora