QUINCE

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Atalanta Prior

La noche anterior había lucido como el mismísimo infierno. Darka le había mostrado imágenes de la intervención del Cuerpo de Seguridad Oficial de Vesta a Ilán.

Para nadie era un secreto que se había derramado sangre, los pasillos aún tenían un desagradable olor metálico, pero lo que había visto Ilán iba más allá de lo que pudiéramos imaginar.

Varias personas que trabajaban para Darka habían sido utilizadas como frente de batalla, ellos habían sido los primeros en dar la cara, y como se esperaba, los primeros en morir. Ella no se había preocupado por disfrazar las cosas, y le dijo al pelirrojo que cuando se tenía algo grande en las manos había que hacer sacrificios.

Había sacrificado la vida de al menos veinte personas y le mostró las imágenes de los cadáveres a Ilán, ¿su objetivo? Tal vez era dejarnos bastante claro que era capaz de muchas cosas por avanzar con sus estudios.

Solo habíamos tenido tiempo para escuchar a Ilán, pues Darka regresó y les pidió a los GAP que nos escoltaran a nuestras celdas, así que ninguno dijo lo que pensaba, solo escuchamos.

La angustia que experimenté durante esa noche fue terrible; tenía muchas cosas que decir, quería saber si los demás chicos guardaban algún tipo de relación con el lugar, como lo hacíamos Ilán y yo, estaba ansiosa por contarles que aquel lugar no era nada más ni nada menos que la clínica de salud mental que se encontraba en todo el centro de Vesta. Pero tuve que guardar cada una de mis palabras e ingresar a mi celda.

Lo único que se sentía como un avance era que ahora sabía cómo se llamaba la chica nueva. Leen. Al parecer si creció en Vesta, pero no asistió a escuelas, secundarias o preparatorias, ya que su educación siempre fue en línea. No sabía exactamente por qué.

No pude dormir, no había segundo en el que no me sintiera inquieta y en la necesidad de obtener respuestas... y no sólo respuestas sobre la clínica y todo lo que Darka estaba preparando, también esperaba las respuestas a muchas preguntas que habían surgido luego de ese beso.

...

Sonó el pequeño pitido que nos despertaba todos los días a las 6:45 a.m. Suspiré y dejé salir unas cuántas lágrimas de frustración. Estuve a punto de escapar de aquel lugar, junto a Ilán, y no lo conseguimos.

Si hubiésemos sido un poco más rápidos...

Me senté en el borde de la cama y giré mi torso hacia la izquierda, en busca del pelirrojo. Se encontraba acostado aún, mostrando solo unos pocos mechones cobrizos, pues la fina tela de su sábana lo cubría hasta la coronilla. Sonreí inconscientemente y me sequé las lágrimas.

De pronto sentí la necesidad de ver hacia el frente. Karan me observaba con una expresión extraña, parecía confundido. Le hice saber que su expresión me disgustaba, frunciendo los labios.

Él señaló su nariz y luego a mí, lo que me llevó a tocar la mía. Estaba húmeda.

Bajé la mirada hacía mi mano y evidentemente estaba sangrando, pero algo mucho más grande llamó mi atención. El suelo estaba lleno de sangre, y esta iba subiendo rápidamente, lo que ocasionó que en cuestión de segundos el mono blanco que vestía se manchara de rojo hasta la altura de mis rodillas.

A mi cuerpo no le dio tiempo de reaccionar como normalmente lo haría pues segundos después el líquido con olor metálico había alcanzado mis caderas.

Miré hacia el frente, en busca de ayuda, pero solo pude visualizar la expresión de horror de Karan, quien también empezaba a hundirse en sangre. Sus labios articularon a la perfección una frase: es un sueño.

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