Ilán Trius
Estaba preciosa.
No había dormido en días, por lo que sus ojeras y el cansancio estaban tallados en su rostro, su postura ya no era la más elegante y se debía al desánimo, su ropa seguía siendo blanca y monótona. Pero estaba preciosa.
Habíamos logrado entrar en una sola celda. Estábamos en su celda, tirados en el suelo, ella veía el techo, yo la veía a ella.
—Me gustas mucho, Atalanta —admití, con el corazón desbocado.
Ella apartó su mirada del techo, para dirigirla hasta mí.
—Ya lo sabía, Ilán... eres demasiado evidente.
De pronto abrí los ojos y me encontraba en mi celda, arropado hasta la coronilla. Aparté la sábana con brusquedad y me puse de pie, me acerqué al cristal del frente y la observé, estaba durmiendo, parecía tranquila.
Lo anterior había sido un sueño, uno bastante cruel.
Mi inconsciente me odiaba, ya lo sabía.
Entonces choqué contra la realidad, había soñado y aquello no acabó en muerte. De verdad se había sentido como uno de mis sueños, uno normal, un simple producto de mi inconsciente mientras mi cuerpo estuvo en estado de reposo.
Debí sentirme tranquilo, pues esta vez no me había ahogado o caído por un precipicio, pero algo que podría llamar instinto me decía que eso no era algo bueno.
La alarma que normalmente nos despertaba empezó a sonar. Karan fue el primero en levantarse, luego Atalanta y luego Leen. Giré mi cabeza hacia la celda de Maia, esperando que esta despertase y me dirigiera una sonrisa tímida, pero no fue así, ella de verdad se había marchado.
Retrocedí, hasta sentir el borde de la cama en mis pantorrillas, me dejé caer en el colchón y me mantuve sentado, pensando en lo irreal que pintaba todo lo que estaba viviendo.
Una bolsa blanca viviente me sacó de mis caóticos pensamientos. Era un GAP, y al parecer esperaba a que lo siguiera, pues bajó el cristal y se plantó firme enfrente de mí.
—¿Puedo saber qué hace aquí?
—La señorita Darka lo espera en su consultorio.
Una fría sensación se extendió por mi estómago, para luego pasar a mi piel y erizarla. No era tan tonto, sabía que esto tenía que ver con el sueño.
—Pero si no hemos tenido ninguna proyección o sueño —reclamé, bastante a la defensiva.
—Yo solo estoy cumpliendo órdenes. Camine, Trius.
Me levanté fingiendo molestia, pero en realidad estaba haciendo un gran intento de ocultar mi temor. Mientras salía del pasillo donde estaban las celdas, volteé a ver hacia la celda de Atalanta; ella apenas se estaba despertando, tenía el cabello desordenado y los ojos un poco hinchados, cuando me vio caminar junto al GAP la confusión hizo cambios en su rostro, obligándola a entrejuntar las cejas y abrir ligeramente los labios.
Mi mente diseñó varios escenarios durante la caminata desde mi celda hasta el consultorio de Darka, y lo peor del caso era que de verdad no sabía qué esperar, no sabía si sería malo o si sería una sesión más, como a las que estaba acostumbrado.
Cuando tuve frente a mí esa inusual puerta y esta lentamente se abrió, supe que no serviría de nada torturarme, pues lo que tenía que pasar, pasaría, y seguramente yo no tendría el poder de siquiera intentar cambiar las cosas.
Caminé hacia el interior y la puerta se cerró tras mi espalda. Vi la silueta de Darka frente a la cápsula, lucía increíble, como de costumbre, pero a su lado había alguien más. Era un hombre, de la tercera edad, alto y delgado, con el cabello canoso, hablaban en un tono bastante bajo y con expresiones serias.
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SMOKE
Science FictionHabíamos experimentado el inicio de mil muertes y mil resurrecciones. Todo en tan solo tres minutos. Sí, tres minutos, lo que puede durar una canción feliz y movida; lo que puede durar un beso apasionado; lo que puede durar una persona riendo a carc...