Leen Kang
El comportamiento de Atalanta e Ilán me había confirmado que entre Karan y la chica no podría haber algo, pues sus ojos estaban fijados en el pecoso golden retriever. Eso me aliviaba, y sentirme aliviada no era más que un recordatorio de que nunca había tenido buen ojo para los chicos, por esa razón tal vez con las chicas era más fácil.
Y aunque con las chicas fuese más facil, ninguna podría hacerme sentir tan desafiada y fascinada como Karan me hacía sentir.
En el momento que me había tocado esperar tras el chico y su GAP, me permití observar la espalda de Karan, al parecer mi mirada hacía arder su nuca, pues se giró en busca de eso que le incomodaba.
—Puedes dejar de mirarme como si quisieras asesinarme, Leen —escupió este, y a mí no me quedó más opción que reír. Realmente él no tenía ni idea de que era lo que fantaseaba con hacerle —¿Qué te causa tanta gracia, ojos escasos?
Tomé aire y negué.
—Ambos aquí sabemos que tienes raíces asiáticas, tus ojos son bastante parecidos a los míos, Karan.
—Puede que tengamos facciones idénticas, pero no somos iguales, no vemos al mundo de la misma forma —comentó con voz gélida, como si quisiera hacerme sentir mal por no ver el mundo como él lo hacía.
—No necesito ser exactamente igual a ti, Karan, de hecho sería bastante triste —arremetí.
Sus ojos se agrandaron y sonrió con picardía.
—No creo que sea tan triste, sé que hay algo de mí que te encanta.
Lo miré de arriba a abajo y copié su sonrisa.
—¿Y quién dice que eso que me gusta es una característica de tu personalidad? ¿No puede ser simplemente físico?
Su mandíbula se tensó y decidió girar su cuerpo al frente nuevamente, seguido de eso cada uno ingresó en su celda y las luces fueron de frías y blancas, a unas luces más naranjas y tenues. Ya era hora de dormir.
Me senté en el medio de la cama, con las piernas flexionadas y mis rodillas viendo hacia el techo, rodeé mis piernas con mis brazos y ubiqué mi mentón encima de mis rodillas. Últimamente adoptaba posiciones realmente incómodas cuando estaba sola, sin una razón aparente, pero en ese momento fui consciente de que elegía aquellas posiciones porque me hacían detallar un poco más cómo se sentía mi cuerpo y cómo se sentía ocupando aquel lugar.
Miré a un punto cualquiera en el suelo y con el pasar de los minutos noté como mis músculos empezaban a relajarse y mi mente era menos fatalista. De verdad estaba dispuesta a dormir bien, sin ningún tipo de preocupación, pero aquellos halos azules emergiendo del suelo acabaron con mis planes con bastante facilidad.
Mi corazón empezó a latir como loco, mi boca se secó y mis manos empezaron a temblar, aquella respuesta era bastante habitual.
Los halos seguían explorando la celda, rodeaban cada objeto que se encontraba en ella, jugaban a acercarse y a alejarse de mí de vez en cuando, y en tan solo cuestión de segundos estaban presentes en cada rincón.
Le eché un vistazo rápido a las demás celdas, pues sabía que en cualquier momento el humo taparía todo y me impediría ver algo más que no fuese a él. Los chicos estaban dormidos, pero cuando me giré hacia la celda de Atalanta noté que esta estaba despierta y veía mi celda con ojos bien abiertos.
Cuando ella notó que la estaba observando me hizo saber que tan preocupada estaba con la palabra que formó con sus labios.
Cuidado.
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SMOKE
Science FictionHabíamos experimentado el inicio de mil muertes y mil resurrecciones. Todo en tan solo tres minutos. Sí, tres minutos, lo que puede durar una canción feliz y movida; lo que puede durar un beso apasionado; lo que puede durar una persona riendo a carc...