Capítulo 3. Anden 9 ¾ y el Expreso a Hogwarts.

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P.OV. Hermione Granger.

Estaba poniendo mis cosas en la maleta, ropa, uniforme, libros, plumas, pergaminos, mi varita, mi perfume, mis artículos de higiene y sobre todo unas fotos de mis padres no podría irme tanto tiempo y no tener un pequeño recuerdo de mis padres, mire la foto con nostalgia, aun no me iba y ya los echaba de menos, pensé que esto sería más fácil, pero ahora entiendo que no es así, mis padres lo son todo para mí, pero ahora entiendo que aunque lo son todo, jamás me sentí parte de su mundo, jamás sentí que encaje aquí, algo en mi me decía que yo debería estar en otra parte, pero es difícil dejar todo atrás.

–Hermione ya estamos... ¿Qué sucede? –pregunto mi madre al verme, se sentó a mi lado y me abrazo.

–No quiero dejarlos, pero siento que aquí no seré feliz –le confesé dejando salir las lágrimas que contenía.

–Hija yo... hay cosas que no podemos controlar, siempre supe que merecías más –me alejo de sus brazos y me miro a los ojos –Aunque te sientas confundida, te aseguro que serás feliz allá, como lo eres con nosotros, eres más fuerte de lo que crees, solo... solo espero que... puedas mantener la mente abierta... ahora vamos, una aventura te espera.

Me sentí mejor una vez que mi madre me volvió a abrazar, no sé qué era lo que quería decirme con todas sus palabras, pero sé que tiene razón una aventura se aproxima y quiero disfrutarla, aunque duela el alejarme de ellos, puede que esto valga la pena.

***

Llegamos a la estación King Cross con tiempo de sobra, lo cual fue un alivió ya que odio llegar tarde, al llegar a la entrada del andén 9 ¾ nos despedimos, mi madre tenía una sonrisa en su rostro y unas cuantas lágrimas en sus ojos, por otro lado mi padre, se veía tenso, pero igual me deseo lo mejor y me pidió me cuidara.

Mis padres no podían pasar la barrera de él anden así que cuando iba a cruzar los abrase y les prometí escribirles siempre que pudiera, entonces mi madre me abrazo muy, muy fuerte y me susurro en el oído.

–No lo olvides, abre la mente, todo en esta vida es un misterio –no me dio tiempo de preguntarle a que se refería, cuando me empujó hacia la entrada del andén 9 ¾.

Mire la pared confundida, no entendía a qué se refería mi madre, pero algo era seguro, debería estar atentan a todo lo que me pase, este mundo es un misterio para mí, pero dudo mucho que se halla referido a eso.

Pase el andén casi sin mirar a nadie, mi mente era un remolino de ideas, entre mi madre con sus acertijos, mi padre con sus nervios y yo con esa sensación rara cada que me enojaba, me sorprendía no estar volviéndome loca.

Sentí una mirada clavada en mi espalda, voltee y vi a una mujer de cabello oscuro pero con un mechón blanco, su porte era elegante y lucia firme, pero su mirada era dulce, como si llevara una máscara, se me hacía familiar, como si la conociera, pero era imposible, seguí mi camino hacia el tren y trate de olvidar a aquella mujer que por un momento me hizo sentir como si estuviera en casa.

Busque un compartimiento hasta que encontré uno vació, metí mi baúl en él y lo deje a mi lado ya que estaba pesado, de la nada se abrió la puerta y aparecieron dos chicos pelirrojos que eran gemelos, debo admitir que me asuste cuando entraron, pero sus sonrisas juguetonas me tranquilizaron.

–Hola bella dama –me saludo uno de ellos, haciendo una inclinación exagerada –Soy Fred y el feo a mi lado es George– señalo a su gemelo y reí, ambos eran idénticos.

–Ignóralo, se calló de pequeño, deja te ayudo –George se acercó a mi baúl y lo subió en un compartimiento.

–Gracias –dije algo tímida, no era común que los chicos me hablaran y eso me ponía un poco nerviosa.

Estupido y loco amor (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora