Estupido y loco amor (Editando)

Capítulo 33. Ya no puedo luchar y soy Luna.

P.O.V. Hermione Granger.

Después de que me encontraron en la biblioteca comencé a perder también el sentido del oído, a ratos recuperaba el oído, pero era horrible solo escuchar pisadas de un lado a otro de la habitación, era desesperante no saber qué era lo que pasaba a tu alrededor.

《En la noche cuando descubrieron a Theo y Blaise》

Estaba durmiendo y escucho como siempre malditos pasos, pero me sorprende descubrir que paran enfrente de mí, pero me sorprende más aún descubrir quién es.

Mis queridos amigos Theo, Blaise y Pansy, vinieron a verme, pero lo que decían me ponía realmente triste, no toleraba pensar en lo que sufrían ellos al verme petrificada, todo empeoro cuando escuche una voz muy molesta, mientras Theo y Pansy trataban de explicar lo que pasaba.

Para mi horrible suerte el oído se me fue antes de que pudiera saber qué paso, me quede con un miedo horrible de que mis amigos estuvieran en problemas ¿Y si alguien de su casa los había descubierto? Esto era culpa mía, no debí quedarme sola en la biblioteca, yo y mi maldita manía de querer tener las respuestas de todo.

***

Sentía que era una bomba de tiempo, dentro de mí se encontraba una enorme guerra entre todos mis sentimientos, pensamientos y remordimientos, todos ellos luchaban por hacerse oír entre el enorme ruido que había en mi cabeza, todas la voces se mezclaban y se amontonaban causándome desesperación, sentía que tarde o temprano todas esas voces me llevarían a explotar en un millón de partes.

Mi mente poco a poco comenzó a reunir todo lo que las voces dentro de mí decían.

Tenía miedo por mis amigos, sus vidas no eran fáciles y ahora por mí se complicarían más.

Tenía miedo de lo que les fuera a pasar por mí culpa.

Tenía frustración de no poder hacer nada, de que mi cuerpo ahora era una cárcel personal, donde solo en unas pocas ocasiones podía sentir lo que había afuera y no de forma completa.

Me sentía una enorme inútil.

Me sentía inservible, solo era un cascaron solo y duro que esperaba el momento de que me rompiera.

Sentía que no servía para nada, ni siquiera pude ayudarme a mí misma, como pensaba entonces ayudar a los demás.

Sentía enojo, por ser tan tonta y pensar que nada me pasaría, como si algo me asegurara que a mí no me atacarían.

Sentía que mi terquedad fue más grande que todo lo demás, que mis amigos que ahora sufrían y que mis padres que de seguro ya se enteraron de mi horrible situación.

Me sentía una tonta por creer que todo estaría bien e ignorar a esa vocecita dentro de mí, que gritaba que había peligro y que muy deliberadamente ignore.

Y sentía miedo, miedo a no volver a abrir los ojos, a quedarme así para siempre, a perder todo lo que tenía, sentía mi mundo desmoronarse ante mí, poco a poco lagrimas fueron saliendo de mis ojos, tal vez no veía, pero si podía sentir y sentía como mi alma era atormentada con todas las posibilidades que podían ocurrir por mí estupidez.

Cuando menos pensé, un dolor horrible se abrió paso en mi cuerpo adormecido, sentía cada hueso, musculo y célula de mi cuerpo estremecerse de dolor, quería gritar, pero no podía, sentía en mi mente que algo se abría paso a la fuerza, era como si quisieran abrir mi mente en dos para poder examinarla, trate de moverme de luchar, de hacer algo para que el dolor parará, pero no podía hacer nada y deje de luchar con lo que sea que me sucedía, era inútil, ya no puedo luchar esto era muy fuerte y cada que luchaba dolía más.

Un tiempo después de que deje luchar comencé a sentir paz, el dolor seguía ahí, pero ya no era tan fuerte, apenas era un pinchazo, lo que me extraño tanto fue la paz que sentí después de sufrir tanto, pensé que tal vez había muerto, pero otra vez escuche pasos, ¡benditos sean los pasos!

《Aquí Harry y Ron van a la cámara de los secretos》

P.O.V. Theo Nott.

Estaba caminando hacía la enfermería, tenía que volver a ver a Hermione, no me sentía tranquilo con la idea de dejarla ahí sola, aunque Madame Pomfrey la cuidaba me sentía intranquilo y preferí ir a cuidar a Hermione yo mismo, al entrar en la enfermería vi a una chica rubia limpiando la cara de Hermione con un pañuelo y luego tomo un cepillo para comenzar a pasarlo por su cabello.

–Ven siéntate –dijo la chica sin mirarme –ya casi termino – hice lo que me pidió y vi como cepillaba el cabello de Hermione.

– ¿Quién eres? –pregunte curioso luego de un rato de verla fijamente.

–Una chica –dijo ella volteándome a ver y dándome una sonrisa dulce.

Me sentía nervioso con ella aquí, comenzó a acercarse y mí pulso se disparó, tomo mi mano entre las suyas y me miro directamente a los ojos.

–Cálmate –dijo dulcemente –Hermione está bien y en la mañana estará como nueva, ya se le dio la cura –dijo dulcemente.

–No sabes lo bien que me sienta escuchar eso –dije soltando un suspiro, aunque no sabía si por Hermione o por la chica frente a mí.

–Me alegra ver que estas mejor, ahora vete a dormir te ves agotado –su voz era dulce, pero sonaban como si me diera una orden y por extraño que sonara quería cumplir esa orden.

–Claro –me levante con la intensión de irme, pero me detuve – ¿Cómo...?

–Soy Luna –dijo acomodando el cabello de Herms.

Le quedaba realmente el nombre, era increíblemente bella como la luna llena y parecía que todo el tiempo se la pasaba en la luna, su voz sonaba tan dulce y lejana como lo era la luna, además tenía un aire tan dulce, inocente y soñador que no creía que fuera posible ver algo así, toda ella era un misterio hermoso y delirante.

Me fui con una sonrisa en la cara al recordar su mirada tan brillante y llena de luz, llegue a la sala común y no sentía nada más que felicidad.

Draco me miro confundido al sentarme a su lado y sonreír como un idiota.

– ¿De dónde vienes? –pregunto despegando su vista del libro.

–De la Luna –solté una risa por las tonterías que decía, pero me sentía tan bien, esa chica era especial, me contagio algo de su alegría.

Por alguna extraña razón no paraba se reír y solo con recordarla me hacía reír más fuerte, algo en ella me recordó un tiempo más feliz y sobre todo lleno de vida.

–Creo que se te zafo un tornillo Theo, pon los pies en la tierra –dijo Draco.

–Para que bajar, si ya estoy en la Luna –reí y luego mis ojos se fueron cerrando, por el cansancio.

Pero aun así me sentía feliz y lleno, no sabía que era ese extraño cosquilleo en mi estómago, pero me gustaba como se sentía.