Always | La hermana de Harry Potter | Draco Malfoy y tú [TERMINADA]

27 | Maldiciones imperdonables

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UNA CLASE INUSUAL

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LESLIA, MÉROPLE Y JULIET SE APRESURARON A OCUPAR SILLAS frente a la mesa del profesor. Las hermanas se sentaron juntas y Leslia ocupó el banco de al lado.

—Hola—dijo una voz. Leslia sonrió al ver a Theo—¿Está ocupado este sitio?

—No, no, sienta—ofreció ella, apartando un poco sus cosas y dejándole sitio junto a ella. Theo se sentó murmurando un «gracias» y ambos se sonrieron cortamente.

Sacaron sus ejemplares de Las fuerzas oscuras: una guía para la autoprotección. No tardaron en oír el peculiar sonido sordo y seco de los pasos de Moody provenientes del corredor antes de que entrara en el aula, tan extraño y aterrorizador como siempre.

—Ya pueden guardar los libros—gruñó el profesor Moody, caminando ruidosamente hacia la mesa y sentándose tras ella—. No los necesitaran para nada.

—Bien, he recibido carta del profesor Lupin a propósito de esta clase. Parece que ya son bastante diestros en enfrentamientos con criaturas tenebrosas. Han estudiado los boggarts, los gorros rojos, los hinkypunks, los grindylows, los kappas y los hombres lobo, ¿no es eso?

Leslia sonrió ante la mención de su padrino. Lo extrañaba demasiado. Remus le había escrito algunas veces en verano y se habían mantenido en contacto. En su cumpleaños número catorce, una lechuza llegó hacia ella y le entregó un paquete. Un lindo peluche de lobo y una nota con la autorización a las salidas de Hogsmeade llegaron a sus manos.

—Pero están atrasados, muy atrasados, en lo que se refiere a enfrentaros a maldiciones—dijo Moody, sacándola de sus pensamientos. Frunció el ceño—. Vamos a empezar con lo más importante. —explicó—Hay tres maldiciones. Tres maldiciones imperdonables. ¿Alguien las ha escuchado? Quien me puede decir que son.—El ministerio os considera pequeños para saberlas. ¡Pero yo opino otra cosa! Y Dumbledore también! ¡Debéis saber defenderos. ¡Habrá gente que os quiera atacar y hacer cosas malas! Venga, quien sabe alguna.

Algunos levantaron la mano.

—Usted...

—Ron Weasley, señor. Mi padre me habló de una. La maldición Imperio.

—Oh... sí, tu padre la conoce muy bien.
Trajo problemas al ministerio durante un tiempo.—afirmó. Entonces, caminó hasta su escritorio, que estaba lleno de insectos, y gusanos, y, agarró un pote.

—Ven pequeña...

La araña parecía no querer salir, tal vez sabía lo que le esperaba.

Una vez se posó en la mano de Alastor, éste la dejó en el escritorio y miró a la clase.