Always | La hermana de Harry Potter | Draco Malfoy y tú [TERMINADA]

51 | La suma Inquisidora

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UNA HERIDA IRREPARABLE

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LA SEMANA HABÍA PASADO LENTAMENTE TORTUOSA PARA DISGUSTO DE LESLIA. Los castigos seguían y era una verdadera tortura: su mano llena de sangre, con las palabras grabadas en ella. Cuando llegaba a su dormitorio, se encerraba en el lavabo y se curaba su mano, sola, lo medianamente mejor que podía.

Las profesoras McGonagall, Grubbly-Plank y Sinistra les pusieron más deberes y todo se iba acumulando gracias a Umbridge. El segundo castigo fue igual de duro o más que el del día anterior.

La piel del dorso de su mano se irritó más fácil esta vez, roja e inflamada. El corte no tardaría mucho en quedarle marcado, y quizá entonces la profesora Umbridge se consideraría satisfecha.

Desde las cinco, hasta pasadas las doce, ninguno de los hermanos dijeron más que algún intercambio de palabras.

El jueves, que era el tercer castigo, fue igual que los dos anteriores, sólo que, tras dos horas copiando, las palabras "No debo decir mentiras"
dejaron de desaparecer en sus manos.

Ahora estaban grabadas allí, rezumando gotitas de sangre. La pausa en el rasgueo de la afilada pluma hizo que la profesora Umbridge levantara la cabeza.

—¡Ah!—dijo en voz baja, y pasó junto a su mesa para examinarles la mano—Muy bien. Esto debería servirles de recordatorio, ¿no creen? Ya pueden marcharse.

—¿Tenemos que volver mañana?—preguntó
Harry mientras recogía su mochila.

—Sí, claro—contestó la profesora Umbridge con una amplia sonrisa—Sí, creo que podemos grabar el mensaje un poco más con otro día de trabajo.

Será hija de...

Leslia salió del despacho, muy disgustada, pero no dijo nada. Miró su mano y suspiró aguantándose las lágrimas. No había soltado ni un grito en los castigos. No iba a darle esa satisfacción. No le iba a dar la importancia que la situación merecía.

El viernes amaneció sombrío y húmedo, como todos los días de la semana, cuestionándose si podría terminar todos sus deberes pendientes y mantener sus notas con los castigos de por medio.

Pero aquel día hubo una cosa verdaderamente buena, sería el último. Aquella tarde ella y Harry volvieron al despacho a las cinco en punto de la tarde. Solo rezaba por que fuese realmente el último.