Always | La hermana de Harry Potter | Draco Malfoy y tú [TERMINADA]

78 | Los Potter atraen masas

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DÍAS AGRIOS

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LAS HORAS LIBRES DE LOS ALUMNOS DE SEXTO NO ERAN LOS PERÍODOS DE DICHA TRANQUILIDAD COK QUE SOÑABAN. Sino ratos para intentar ponerse al día de la ingente cantidad de deberes que les mandaban. Los chicos estudiaban como si tuvieran exámenes todos los días, y por si fuera poco las clases exigían más concentración que nunca.

Se pedía a los alumnos que realizaran hechizos no verbales, no sólo en Defensa Contra las Artes Oscuras, sino también en Encantamientos y Transformaciones.

Una de las consecuencias del gran volumen de trabajo y las frenéticas horas de prácticas de hechizos no verbales era que apenas tenían tiempo libre.

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Leslia se había sumado en una profunda tristeza desde que Draco la dejó; su corazón se llenó de melancolía y sus días perdieron el brillo que solían tener. Cada recuerdo compartido se convirtió en un doloroso eco de lo que una vez fue.

Sus lágrimas de se convirtieron en su única compañía, mientras sus pensamientos la llevaban a momentos felices que ahora solo existían en el pasado. La ausencia de Draco dejó un vacío en su vida, oscureciendo incluso los momentos más luminosos. Le dolía mucho no volver a tenerlo entre sus brazos y aunque estaba enojada, se arrepentía de alguna de las cosas que había dicho aquel día de principios de curso.

Perdida en la tristeza y confusión, buscaba respuestas en las cartas de amor que Draco le había escrito, leyendo una y otra vez las promesas que ahora parecían desvanecerse. No entendía qué había pasado. ¿La quería, no la quería, se había hartado, hizo algo mal? Ya no era lo mismo, ¿por qué?

¿Habrá conocido a alguien? Se preguntaba una y otra vez, día tras día, noche y noches en velas.

Sin sus sonrisas tan solo dirigidas a ella y el privilegio de verlo como era, se sentía perdida y sola. Muy sola...

La pelirroja lloraba en silencio, sus sollozos resonaban en la penumbra de su cuarto mientras se refugiaba en la soledad. Cada lágrima caída era un recordatorio doloroso de la pérdida de su primer amor. Se cerraba a sí misma, evitando a sus amigos, como si temiera que compartir su dolor lo hiciera más real. El aislamiento se convirtió en su refugio, un lugar donde podía lidiar con su desdicha en la intimidad de su propio sufrimiento. Caminaba sola por los pasillos, grandes ojeras y los cascos con música triste en sus oídos a cada rato.