SEIS

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De compras

Era domingo, lo que significaba baño; específicamente para Taro. Un gato que parecía tenerle más miedo al agua que a la mismísima muerte. Por eso me costó más de una hora lograr mantenerlo quieto dentro de la tina mientras lo enjabonaba. Y aunque recibí una que otra mordida o rasguño de por medio, logré mi misión.

—¡Listo! — le dije después de secar su pelaje y colocarle su collar.

Plante un beso en su blanca cabecita con fuerza antes de que se fuera soltándome un gruñido de disgusto.

Cuando desapareció, me dedique a ordenar el desastre que dejó a su paso.

Veinte minutos después, todos me regresaron a ver extrañados cuando me dejé caer en el sofá soltando un exagerado suspiro.

Ahora que lo pienso, desde que llegaron, no se desplegaban de mi sofá para algo más que no fuera comida. Siempre pasaban sentados y no conocían otro camino más allá del que los llevaba a la cocina y al salón, pero bueno, no es como si hubiera mucho que recorrer. Era un departamento pequeño que solo tenía lo básico y un pequeño balcón que me había tomado el tiempo de adornar muy bonito, pero que aún así a nadie parecía llamarle mucho la atención como para pasar el rato allí.

—¿Soy yo o acabas de matar a un gato en ese baño? —comentó Kiba, divertido.

Puse los ojos en blanco.

—Solo lo bañe.

—Pues no parece haberte ido muy bien.

Y estaba en lo cierto. Mi ropa era un caos lleno de agua y pelo gatuno. Que asco. Al parecer yo también tendré que tomar un baño después de todo.

—Bañarlo es la cosa más difícil de tenerlo —admití con una pequeña sonrisa cansada.

—Te entiendo —coincidió Kiba dándole palmaditas al lomo de su perro—. Igual yo debería darle un baño a Akamaru.

—¿Solo a Akamaru? —Naruto le sonrió con burla.

—¿Que insinuas? —Kiba entrecerró sus ojos en señal de advertencia.

—Que apestas, niño perro.

Retuve una carcajada.

Si me lo preguntan a mi, yo diría que todos en este departamento necesitaban un bañito ¡Habían estado con la misma ropa por más de tres días eh incluso habían dormido con ella!

Ante eso, una idea cruzó por mi cabeza.

—¿Y si vamos de compras? —propuse, atrayendo la atención de todos.

—¿De compras? —preguntó Shino.

Dí un respingo al girarme y encontrarlo detrás mío. Aún me costaba recordar que él también se encontraba entre nosotros. Era tan silencioso que siempre terminaba olvidándome de su existencia.

Ahora que lo pienso, Shino y Sasuke compartían el puesto de los más callados. ¿La diferencia? Pues que la presencia de Sasuke era tan intensa que era imposible no notar que se encontraba seca tuyo, pero la de Shino... por triste que suene, no le contribuía mucho y lo hacia casi inexistente.

Deseos Cumplidos (Sasuke y Tú) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora