VEINTE

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Amistades sinceras

Sasuke:

La luz solar colándose por la ventana me hizo querer girar y darle la espalda, pero había una pequeña persona que se estaba agarrando a mi como si fuera un koala y yo su rama favorita. Había intentando quitármela de encima cuando se quedó dormida sobre mí por la noche, puesto que mi brazo bajo su cuerpo había comenzado a hormiguearme por la falta de circulación sanguínea, pero como ya dije, se había enganchado. Probé esperar hasta que el sueño se le hiciera más pesado para que no sintiera cuando la apartara, pero me había quedado dormido sin siquiera darme cuenta. Ahora, tras una noche entera siendo su almohada, estoy seguro de que me quedé sin brazo.

Paulette se removió entre las sábanas y una chispa de esperanza me llenó el pecho, pero solo lo había hecho para pegarse más contra mi cuerpo.

Suspire, deseando que se despertara pronto.

Su cabello cubría parte de su rostro, así que se lo quité para que dejara de estorbarle. Tenía unas pestañas pequeñas pero super oscuras y en gran cantidad. Bajo ellas un color rojizo se hacía notar, justo en donde iban las ojeras, todo debido al llanto incontrolable que soltó ayer.

Sus ojos inundados en lágrimas volvieron a mi mente y junto con ello la rabia que me había hecho su prisionero.

Los nudillos me ardieron como si también recordarán lo sucedido.

Flashback:

Ví como Paulette corrió escaleras abajo tras finalmente reaccionar y a pesar de querer seguirla me mantuve en mi lugar, con la vista fija en el par de imbéciles que intentaban torpemente recoger todas sus asquerosas prendas.

-Lárgate -me ví diciéndole a la rubia que no era más que una zorra.

La chica me observó perpleja, aún con la sábana cubriendo su cuerpo. Le lancé una mirada frívola, comenzando a perder el poco control que se me había dotado.

-¡Que te largues!

El grito la sobre saltó y con el terror impreso en sus facciones pasó por mi lado, dejando la habitación.

Mientras tanto, el puto imbécil se encontraba terminando de vestirse. Me acerqué, sintiendo la sangre arder por mis venas y la tensión de mi cuerpo al límite. ¿Qué mierdas tenía este tipo en la cabeza? Porque para haber hecho semejante estupidez y vulgaridad...

Cerré la puerta o bueno, más bien la azoté, dejándonos solo a él y a mí dentro de la habitación.

-¿Que haces? -me preguntó, atónito tras oir el fuerte estruendo que provoque.

-Lo mismo te pregunto, idiota -di un paso, provocando que a su vez él retrocediera.

-Eso a tí no te incumbe, imbécil. Esto es solo entre mi novia y yo, así que vete y no interfieras.

Los oídos comenzaron a zumbarme, anunciando que estaba sobrepasando los límites de mi enojo.

-¿Qué no oíste? -se me acercó en un débil intento por intimidarme -. Vete, tú no tienes nada que ver en este problema.

Se acabó.

Antes de si quiera poder plantearme lo que estaba haciendo, levanto una de mis manos y le asesto un puñetazo. Un sonido parecido al crujir de los huesos inundó mis oídos, brindándome una perfecta sensación de satisfacción.

Observe con una sonrisa como la sangre comenzó a brotar en gruesos riachuelos de su nariz. Rota, por cierto.

-¿¡Que mierda pasa contigo!? -gritó histérico. La mano que había usado para sujetarse la nariz no tardó en tornarse roja por la sangre que la ensuciaba.

Deseos Cumplidos (Sasuke y Tú) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora