VEINTISÉIS

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Comportamiento extraño

Sasuke:

Observé con una mueca a Paulette.

¿Que mierda le pasaba?

Ayer se le había dado por ignorarme y evadirme sin razón alguna. En serio. Si yo entraba en una habitación, ella salía corriendo de allí; si yo me le acercaba, ella se iba hacia alguien más y si me veía cerca no tardaba en huir. ¿Por qué? No lo sé. Pero se lo había dejado pasar de todos modos. Eso hasta que por la mañana siguiente me dí cuenta de que seguiría así durante todo el día restante.

¿Qué demonios había hecho para que no me quisiera cerca? No recuerdo haberle hablado mal, evadido o ignorado de la misma forma en que lo hacía ella, así que no podía estar recobrando venganza contra mí.

¡Esta vez de verdad era inocente!

Bufé cuando la ví irse por enésima vez en la mañana. Y todo porque había decido entrar a la cocina.

Carajo.

Bebí agua con el ceño fruncido y dejé el vaso sobre el mesones con más fuerza de la necesaria, claramente afectado por su indiferencia.

La Hyuga y la de moños intercambiaron una mirada rápida antes de también abandonar la cocina en breves pasos.

Bueno, viniendo de ellas lo comprendía y me daba completamente igual. Pero de Paulette...

Me retiré y salí al balcón. Necesitando de un poco de aire fresco para no pagar con nadie mi frustración. Porque sí, me estaba muriendo de irritación y ahora mismo no podía desquitarme con Naruto. Esa pequeña enana me enterraría treinta metros bajo tierra sí le hacía algo a su querida casa.

—¿Sasuke?

Rodé los ojos y deseé tirarme del balcón al oir esa melosa voz.

Lo que me faltaba.

—Ahora no, Sakura —mascullé de mala gana.

Otra cosa que me jodía la existencia era que, para rematar, a Sakura se le había dado por seguirme a todos lados.

—Solo vine a hacerte compañía —y a pesar de la mirada agria que le dediqué se posó a mi lado —. ¿Te molesta?

Estuve tentado a decirle que sí, que efectivamente me jodía tenerla prácticamente encima de mí, pero analicé mejor las cosas.

Quizás, si tan solo le daba aquella oportunidad que tanto pedía para hablar y pasar conmigo unos minutos, me dejaría en paz.

Pero su voz me era tan irritante...

Pero una vez que hable se irá...

Pero una vez le dejas abrir la boca, parlotea hasta por los codos y sin parar...

¡Pero quizás se vaya!

Suspire, dándole la razón a mi conciencia.


—No, no me molesta.

Una sonrisa inmensa y victoriosa no tardó en surgir sobre sus labios.

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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