VEINTIUNO

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Aceptación

Paulette:

El lunes decidí no asistir. Los vestigios de lo que sucedió el viernes por la noche aún me afectaban demasiado como para verles la cara a ese par de imbéciles. Ni siquiera me molesté en contestar sus mensajes antes de bloquear los números y eliminarlos.

Por otro lado, mi aspecto era un desastre por mucho que me esforzara en mejorarlo. Tenía ojeras, labios partidos, ojos hinchados y una nariz roja. Y por mucha confianza que les tuviera a mis amigos, me daba vergüenza mostrarme así; toda demacrada e inservible. No quería que me vieran en mi peor versión, no cuando ni siquiera yo era capaz de verme en el espejo. Así que básicamente me la pasé encerrada dentro de mi habitación por todo el fin de semana y el día lunes.

Ellos fueron muy compresivos al dejarme la habitación para mi sola. En verdad necesité de esa privacidad. Aunque bueno...un poco de compañía no le hacía daño a nadie, una que el chico pelinegro de metro ochenta que vivía conmigo me brindó durante esos días.

Era el que más seguridad me brindaba, así que a pesar de estar avergonzada por mi físico, no me escondí de él. Comimos juntos, nos divertimos un poco y lloré en su hombro las veces que lo necesité porque en ningún momento me dejó sola dentro de las cuatro paredes de mí cuarto. Y fue precisamente gracias a su apoyo que me encontraba entrando al colegio.

Aún me sentía algo nerviosa por estar allí. A Andy lo podría evadir todo lo que quisiera, pero a Mía no. No cuando ambas nos encontrabamos en el mismo salón de clases. Pero Sasuke tenía razón; no podía resguardarme en mi habitación por mucho que quisiera hacerlo, debía continuar y no dejarme vencer por algo así. Me dolió, claro que sí, pero no permitiría que ellos se salieran con la suya; les demostraría cuan fuerte era yo.

Con esa idea en mente me armé de valor y entré al salón.

«Tú puedes»

Avance entre las filas, con la intensa mirada de más de una persona en mi espalda. Supongo que los rumores ya iniciaron. Teniendo en cuanta lo inmensa que fue la fiesta, o bien uno de mis compañeros estuvo allí, o bien un chismoso cualquiera vió el espectáculo y se lo contó no sólo a mi clase, sino a todo el colegio.

Maldije ser el centro de atención, pero mantuve una postura firme ante todo mientras continuaba caminando.

Me aisle lo más que pude en las últimas filas. Saque mi libreta, un lápiz y actúe con total naturalidad, como si no acabara de renunciar a mi relación y a la amistad de años que supuestamente tuve con Mía, la cual por cierto, había agachado la cabeza apenas me vió llegar.

Por primera vez en la vida preferí las clases antes que el descanso.

No me daban ganas de salir, pero el colegio había impuesto la asquerosa eh irracional normal de "ningún alumno puede quedarse dentro de su aula fuera de las horas de clase. Esto para evitarnos problemas entre estudiantes". Y todo porque a que un despistado se le perdió su teléfono mientras comía el almuerzo.

Trate de quedarme en mi asiento de todos modos, inventando una tonta excusa sobre dolores de cabeza, pero lo único que logré fue ser mandada a la enfermería. Tampoco es como si eso me haya disgustado mucho; cualquier cosa estaba bien mientras no me tocará enfrentar a mi ex.

Y ustedes dirán, ¿cómo se le puede considerar ex a tu pareja si todavía no le has terminado? Pues yo ya lo había hecho en mi cabeza doscientas veces, solo me faltaba escupirselo en la cara.

Deseos Cumplidos (Sasuke y Tú) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora