DIECISÉIS

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Cambio inesperado

—Te digo que estoy bien, no veo porqué hacer esto —le repetí por enésima vez a Sakura, quien me puso mala cara.

—Y yo te pido por tercera vez que dejes de hablar —me regañó, sacando y volviendo a meter el termómetro en mi boca —. No puedo tomarte la temperatura si mueves la boca a cada rato, Paulette.

—Pues entonces... —Ino me cerró la boca con el pulgar e índice.

—Dios, ni a un niño es tan difícil tomarle la temperatura —masculló.

Puse los ojos en blanco, derrotada.

Abrí la boca al cabo de dos minutos, cuando un pitido finalmente se hizo escuchar y dejé que Sakura me retirara el termómetro.

—Confirmado; tienes fiebre —dijo con pesar.

—¿Que tan alta? —preguntó Naruto.

Ah sí, se me olvidaba mencionar que Sakura eh Ino no eran las únicas que me acompañaban en mi habitación, sino todos los quince compañeros de piso que tenía.

—Casi cuarenta grados —le respondió Sakura a Naruto —. En mi opinión, deberías quedarte en casa —se dirigió a mí.

Sorbí la nariz, negando con la cabeza. Eh ignorando las miradas de reproche que la mayoría me lanzaba, me levanté de la cama.

Mierda, ya iba con diez minutos de retraso al colegio.

—No me siento tan grave como para faltar —le asegure, cogiendo del armario mi uniforme —. Además, estoy segura de que con una pastilla se me pasa.

—Necesitas más que una pastilla para poder ir —me habló Ino —. Está que se te cae la cara de cansancio.

Eso no se lo niego. No había podido pegar el ojo durante toda la noche debido a los malestares y estaba cansadísima. Con hartas ganas de quedarme en cama todo el día.

—¿Por qué no te das un respiro por hoy? —me sugirió Kiba —. En verdad, luces demacrada.

Le puse mala cara.

—Vaya, gracias Kiba. Y en cuanto a faltar, no lo haré —insistí —. Hoy tengo algo muy importante que presentar y no puedo darme la libertad de quedarme en casa. Trabaje mucho en ello.

—¿El proyecto, no?

Asentí.

—¿Y no puedes entregarlo mañana? —preguntó Lee.

Negué.

—La fecha límite era hasta hoy.

—Pero debe de haber algo que podamos hacer —intervino Ten ten —. Algo que te permita quedarte en casa pero al mismo tiempo presentar el proyecto.

—¿Un milagro? —bromeé.

—No, yo creo que con un jutsu de transformación basta —murmuró Naruto, centrado en verse en el espejo.

Todos nos regresamos a contemplarlo con los ojos bien abiertos.

—¿Qué? ¿Por qué me miran así? —se giró hacia nosotros —. ¿Dije algo malo?

Negamos.

—No, de hecho, yo diría que dijiste la cosa más inteligente y útil que se te pudo ocurrir hasta ahora —le aseguró Ino.

Regresó a verme, con una enorme sonrisa en los labios.

—Solo debemos transformar a uno de nosotros en tí y ya. Así, podrás ir a clases y quedarte en casa al mismo tiempo ¿no crees? —preguntó.

Deseos Cumplidos (Sasuke y Tú) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora