"Encontré algo" dijo Hangun.
La doctora Yu entró con un golpe preciso y suave. Una vez más, llevaba el pelo bien recogido, sin un mechón fuera de su sitio.
"La llamé para preguntarle algo. Le pido disculpas si estaba ocupada. Es urgente".
Hangun esperaba una disculpa cortés. La mayoría de las veces, respondían así mientras asentían educadamente. Sin embargo...
"Claro".
La respuesta de la doctora Yu fue mucho más ligera de lo que Hangun esperaba. Se mantuvo erguida, esperando a que Hangun fuera al grano. No hubo expresiones ni gestos.
"Por favor, investigue este medicamento por mí. Averigüe su nombre, para qué sirve y si tiene efectos secundarios".
Hangun entregó las pastillas envueltas en un pañuelo a la doctora Yu. Ella se acercó, tomando el medicamento entre las yemas de los dedos. Eran pastillas blancas, algo que suele encontrarse en farmacias, hospitales o incluso tiendas de conveniencia. Sin embargo, dado que Hangun las tenía, parecían diferentes. La curiosidad brilló en sus ojos. Sus afiladas cejas se movieron.
"¿No debería haberme informado el asistente Sung de algo así?".
"No quería que nadie más lo supiera".
"Ya veo. Entiendo lo que quiere decir".
Parecía ser un asunto confidencial, lo que explicaba por qué Sung no aparecía por ninguna parte. La Doctora Yu levantó el pañuelo, haciendo temblar tres pastillas.
"¿Cuántos días tardará?"
Preguntó Hangun. Esperaba que lo hiciera lo antes posible porque, mientras dudaba, más frascos de pastillas podrían apiñarse en el hueco del sofá. La doctora Yu sonrió débilmente y sacó un artefacto médico de su bolsillo.
"Unos tres minutos".
"..."
Hangun rió torpemente en respuesta a su respuesta, como si acabara de descubrir algo que no sabía. Yu escaneó las pastillas y una luz azul las atravesó. Si se trataba de un medicamento registrado en la Organización Mundial de la Salud (OMS), aparecía la información. Según la legislación médica, los medicamentos distribuidos en el mercado o utilizados en hospitales deben estar registrados, por lo que era correcto esperar que apareciera información. Pero, ¿por qué...?
[No se ha encontrado ninguna información que coincida].
Este mensaje apareció en la pantalla. Era una frase que Yu nunca había visto en sus diez años de práctica médica. No podía ser cierto, pensó, y volvió a escanearlo. Sin embargo, volvieron a aparecer las mismas palabras.
La doctora Yu frunció el ceño. Hangun, que había estado examinando su rostro, golpeó nerviosamente el escritorio con el dedo índice. Tres minutos. ¿Qué significaba una expresión tan significativa?
"¿Me presta su escritorio un momento?" Preguntó cortésmente la doctora Yu.
"Por supuesto".
Hangun apartó algunos objetos del escritorio. La doctora Yu empezó a aplastar las píldoras con la parte posterior de su bolígrafo, aparentemente con la intención de analizar el contenido. Parecía que iba a realizar un análisis exhaustivo. Si no se trataba de un medicamento registrado en la OMS, podía ser un narcótico mal fabricado por un drogadicto o un veneno mortal para no dejar pruebas. En cualquier caso, era letal para el cuerpo humano.
La doctora Yu empezó a moler las pastillas con su bolígrafo y Hangun la miró concentrado. Estaba a punto de realizar un análisis de sustancias. Para ella, los componentes químicos que aparecían en la pantalla eran tan familiares como las letras del alfabeto. Mientras que para la mayoría de la gente eran extraños, para ella eran como las palabras más sencillas. A medida que diseccionaba cada componente, su rostro se volvía más pálido.
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Cuando Dios nos creó, no se equivocó
Tiểu Thuyết Chung𝓢𝓲 𝓷𝓪𝓭𝓲𝓮 𝓵𝓸 𝓼𝓪𝓫𝓮, 𝓷𝓪𝓭𝓲𝓮 𝓵𝓸 𝓪𝓻𝓻𝓾𝓲𝓷𝓪