Yeha no fue a clases hoy. No se sentía con la confianza para concentrarse en la clase, así que decidió ir al minimercado y comprar cigarros por primera vez en mucho tiempo. De hecho, era la primera vez que fumaba desde que se sentó en la azotea esperando a su padre hasta que el humo desapareciera.
Yeha se sentó en una tumbona al lado de la piscina y emitió un suspiro prolongado dejando escapar todo el humo de sus pulmones. El humo blanco se dispersó y desapareció como si un espíritu se lo hubiera llevado. Luego, sacó el cuarto cigarro y lo fumó.
El seminario de Alfa y Omega que escuchó ayer causó un gran impacto en la vida de Yeha. No solo eso, sino que también le dio una sensación extraña y confusa. Rechazó una cita con Hangun por primera vez desde que lo conoció.
Imprimación ¿Qué es eso? ¿Por qué sentía tanta inquietud? ¿Qué relación hay entre eso y él? No recordaba haber hecho eso antes. Y tampoco podía imaginar que eso pasara con Hangun.
Aunque había algunas cosas que le inquietaban, no era exactamente lo que le preocupaba. Como no tenía mucha experiencia con otros Alfas, no podía asegurar su sospecha. Los Alfas que había conocido eran dos amigos de Hangun, con semblantes indistintos, y ellos estaban bajo el efecto de las drogas. Cada uno de ellos emitía un olor diferente, pero no podía decir si era un aroma de feromonas, un perfume o algo relacionado con las drogas.
Entonces, tenía que buscar más pruebas. La profesora dijo que el Omega que había sido expresado por las feromonas de un solo Alfa era capaz de embarazarse únicamente de ese Alfa. Sin embargo, Yeha sabía que no tenía experiencia previa con tener un embarazo. Había tenido relaciones con Hangun, pero no había quedado embarazado. Aunque eso era lo natural ya que había eyaculado afuera. Pero ¿qué pasaría si se acostara con otro Alfa? ¿quedaría embarazado o no? ¡Eso parecía algo incorrecto!
Y luego estaba aquello, el amor intensísimo de Hangun. Después de su primera reunión, fue como si se hubiera sentido atraído hacia él con fuerzas sobrenaturales, pero eso no justificaba sus sospechas.
"Ah..."
Yeha pasó el día entero en su casa, rumiando pensamientos confusos e intranquilos.
Por supuesto, no pudo encontrar respuestas. El simple hecho de tener dudas era absurdo. El fenómeno de imprimarse era algo raro y se presentaba en casos muy especiales, y no había nada que lo justificara como tal. Yeha sabía que no podía dejar que sus pensamientos tomaran el control, pero cuando se distraía un momento, aquellos pensamientos volvían a surgir. Quería partirse la cabeza y tirar agua fría a su cerebro.
Yeha sacó otro cigarro y lo encendió con un mechero barato de la tienda de conveniencia. Inhaló profundamente la nicotina y se sintió aliviado.
La doctora Yu dijo que durante su estado de coma, se había manifestado de manera natural. Pero ¿qué tal si Hangun había visitado su habitación en el hospital con frecuencia? Podría haber terminado imprimándose sin que él mismo se diera cuenta.
Si eso fuera cierto, entonces esto sería una suerte inesperada. Hangun lo amaría toda su vida, y él también lo amaba. Era evidente que los dioses los habían unido.
Los ojos enturbiados de Yeha comenzaron a brillar con una luz débil. Su mente emborronada por las emociones y el amor que sentía se vio iluminada por los datos y llevó a que encontrara las respuestas que deseaba.
Con el cigarro entre los dientes, Yeha se levantó de pronto. Era hora de que Hangun llegara.
Hangun se humedeció los labios y entró a la casa de Yeha con una sonrisa seca en los labios. Sung le había informado que Yeha no había asistido a clases ese día, y si con eso no era suficiente también había comprado dos paquetes de cigarros en la tienda de conveniencia. Era evidente que algo fuera de lo normal estaba pasando. Sin embargo, Hangun no podía deducir qué pensaba ni qué lo motivaba en base a su comportamiento. Estaba tan frustrado que sentía como si no pudiera respirar.
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Cuando Dios nos creó, no se equivocó
General Fiction𝓢𝓲 𝓷𝓪𝓭𝓲𝓮 𝓵𝓸 𝓼𝓪𝓫𝓮, 𝓷𝓪𝓭𝓲𝓮 𝓵𝓸 𝓪𝓻𝓻𝓾𝓲𝓷𝓪