Las nalgas de Yeha eran tan suaves como las nubes en el cielo, tan dulces y delicadas como un melocotón jugoso y maduro. Cada vez que las observaba, Hangun sentía cómo se le hacía agua la boca. Con movimientos más intensos de su pelvis, comenzó a acariciarlas y amasarlas con sus manos, sintiendo la textura suave y esponjosa. Al agarrarlas se apretaban como algodón de azúcar pero cuando las soltaba volvían a su forma natural.
"Ah, ah, ah, hyung... ¡Uh! Hyung..."
"Ah..."
Yeha, que había agarrado la parte posterior de la cama para mantener el equilibrio, recibió a Hangun con dificultad debido a la diferencia de altura entre ambos. Mientras su cuerpo descansaba sobre la cama, sus piernas se encontraban abajo de ella en una posición incómoda, en una especie de contorsión involuntaria.
Después de tener un buen festín en el sofá, decidieron continuar en el dormitorio. Sin embargo, antes de que Yeha pudiera acomodarse en la cama, comenzó un nuevo encuentro de manera inesperada. Debido a esto, Yeha se vio obligado a recibir a Hangun con una postura irregular, con medio cuerpo sobre la cama y los pies aún en el suelo.
La forma en que Hangun tocaba su próstata era cada vez más firme. El impacto de su pelvis contra las nalgas de Yeha era tan fuerte que daba miedo. El sonido de sus gemidos se escuchaba por toda la habitación. El interior de Yeha se había empapado y derretido tanto que se estaba haciendo más sensible con cada embestida. En ese momento parecía que podía ver los sonidos flotando en el aire. Hangun comenzó a mover su pene con rapidez y profundidad. Llegados a este punto ya no importaba donde apuntara Hangun, lo que sea que hiciera hacía que Yeha se sintiera cerca del éxtasis.
"¡Ahh! Hyung... Um, ah, uf "
"Aahh... Yeha"
Las embestidas de Hangun se hacían más bruscas de manera progresiva, a Yeha le dolía el culo de recibir tantos impactos de aquella pelvis. Los sonidos que resonaban en el dormitorio eran demasiado bestiales. Con sus manos Hangun separó ligeramente las nalgas de Yeha, manipuló sus caderas de lado a lado, hundiendo su polla profundamente. La penetración fue tan profunda como para que sintiera un golpe en la boca del estómago y le provocara arcadas.
"¡Aaahh!"
Yeha, que ya no podía soportar los impactos de Hangun, se derrumbó sobre la cama. Al mismo tiempo, Hangun se desplomó sobre su cuerpo. A pesar de todo, el pene de Hangun seguía profundamente adentrado en su cuerpo, como si estuviera atravesando todo su ser.
"Ah, hyung. ¡Es demasiado profundo! ¡Demasiado!... Ah... ¿Qué hago...?"
Yeha, atrapado entre Hangun y la cama, empezó a hablar con dificultad. Su lengua temblaba y no podía pronunciar palabras claras. La preocupación de que el pene de Hangun no saliera de su cuerpo era tan grande que era casi insoportable.
"Uf, uh..."
Hangun, con la cara de dolor-placer, parecía estar sintiendo como su polla estaba siendo estrangulanda por las paredes internas. No hablaba como usualmente lo hacía. Parecía estar en trance de animal hambriento.
Cuando Yeha sintió el fuerte estímulo de su próstata siendo aplastada dejó escapar un gemido similar a un grito. Hangun empezó a mover su cuerpo empujando en ese lugar, como si pensara que eso estaba bien. Si le decía "¡Eso duele!", comenzaba a masajearle los pezones o masturbarle el pene. Hangun no hablaba y sus ojos parecían los de alguien flotando en las nubes tras consumir drogas. Estaba tan absorto en la experiencia que su cuerpo se había vuelto puramente instintivo. Yeha ya no podía soportar que Hangun lo penetrara en esa posición.
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Cuando Dios nos creó, no se equivocó
General Fiction𝓢𝓲 𝓷𝓪𝓭𝓲𝓮 𝓵𝓸 𝓼𝓪𝓫𝓮, 𝓷𝓪𝓭𝓲𝓮 𝓵𝓸 𝓪𝓻𝓻𝓾𝓲𝓷𝓪