Capítulo 6: Confusiones, terribles confusiones

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Camilo dejó salir un suspiro y después frotó su rostro con sus manos, sabía que perdería ese quiz, no pudo repasar nada por el estrés de la mala relación que estaba teniendo con Laura.

Sasha estaba sentada a su lado bastante concentrada respondiendo las preguntas. Le encantaba sentirse inteligente y estaba totalmente segura de que sacaría una nota perfecta.

A la salida de clases la joven se acercó a Camilo para molestarlo como solía hacerlo casi todos los días.

—Oye, pimpollo colorado —le dijo con una enorme sonrisa.

—Deja de joder, Sasha —gruñó Camilo mientras tomaba sus libros.

—Ay, ¿qué comiste?

Camilo acomodó su bolso en su espalda y le dio una mirada fulminante. Se iba a ir, pero, después recordó que Sasha era una de las mejores amigas de su novia.

—¿Dónde está Laura?

—Ni idea, ¿no se supone que es tu novia?

—Nunca sirves para algo —gruñó Camilo antes de marcharse.

—Ay, qué grosero —Sasha quedó con la boca abierta mientras lo veía marcharse.

.

Lorena soltó un grito de frustración y salió el vehículo. Cristian no podía contener sus carcajadas, con algo de pereza bajó del vehículo y caminó por el gran estacionamiento.

—¡Amor, espera! —soltó mientras la perseguía.

Cristian la abrazó por detrás y comenzó a darle besitos en la mejilla derecha para así desestresarla, ese era su método infalible para controlar a aquella chica dramática.

—Bebé, tranquila —dijo el joven.

—¡Ay, deja de llamarme bebé, ¿acaso estoy pequeña?! —gruñó Lorena.

Cristian dejó salir una carcajada y rodeó la cintura de la joven con unos de sus brazos mientras caminaba a su lado.

—Mira esto, llegamos a la universidad siendo novios de verdad —dijo el joven—. Eso ya es un logro.

—Sí... y lo que falta —soltó Lorena sonriente.

—¡Ah! ¡Me hiciste recordar que te iba a dar algo! —Cristian sacó del bolsillo de su pantalón un anillo con un enorme diamante adornándolo.

Lorena abrió sus ojos en gran manera al ver aquel imponente anillo que Cristian le estaba mostrando.

—Cris-Cristian... —soltó.

—Robert dejó este anillo, es de una sesión de fotos y anda como loco buscándolo, me dijo que le pertenece a su madre y que lo cuidara mucho. Así que si lo pierdes te meterás en un gran problema.

Lorena soltó una gran carcajada que confundió a Cristian.

—¿Qué pasó? —indagó el muchacho con una leve sonrisa.

—¡Juraba que me ibas a pedir matrimonio! —confesó la chica.

—Ay, por favor, todavía falta mucho para eso.

—Pero como estábamos hablando de pasar mucho tiempo juntos y eso, obviamente que terminaría pensando algo así.

—¿Te gustaría que nos casáramos algún día? —preguntó Cristian con tono bastante romántico.

—Claro que sí —soltó Lorena mientras se ruborizaba—, pero no por ahora, tenemos muchos planes por cumplir.

—Bueno, pero ya voy a estar seguro de que no me rechazarás.

Casados por accidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora