Capítulo 7: Mar de sentimientos

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Lorena no sabía qué había pasado, pero ahí estaba, viendo cómo su familia celebraba y estaban llenos de emoción mientras observaban el anillo en su mano.

Lentamente llevó una mano a su frente y trató de controlar su respiración.

Con rapidez salió del comedor y corrió a llamar a su novio, presentía que a él también le sucedía algo parecido.

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Cristian se acomodó en el mueble y con una mano masajeó su barbilla. Era la primera vez que sus padres lo iban a visitar a su apartamento y nunca imaginó que lo hicieran para darle semejante noticia.

—Hijo, es muy bueno saber que quieres conformar una familia con Lorena, aunque, me parece que es un poco apresurado —dijo su padre—. Pero, si esa es tu decisión, nosotros te apoyamos. ¿Cuándo es la boda?

Cristian quedó pasmado y poco a poco su rostro palideció por completo.

—¿La boda? —inquirió y después humedeció sus labios.

—Claro, —respondió la señora Julieta— aunque no nos hayas contado, nosotros nos enteramos. No veo la razón para ocultarnos algo tan importante.

—¿Creías que nos íbamos a oponer? —indagó el señor Vides.

—Me gustaría que tuvieras esto en claro, yo no tengo nada en contra de Lorena; me parece una muy buena chica y, aunque a veces comete muchos errores, sé que ella te ama y te hará muy feliz —dijo su madre—. De hecho, he estado pensando en cómo podría hacerse la boda y tengo que hablar con ella sobre el vestido, porque no conozco sus gustos y no sé si el diseño que tengo en mente le vaya a gustar, además, tenemos que tomarle las medidas lo más pronto posible.

—Bueno, ya sabes cómo es tu madre de apresurada —el señor Vides dejó salir una carcajada—, yo lo único que quiero saber es si ya le tienen una fecha a la boda y si será por lo civil o por la iglesia.

—Cristian, no me vayas a salir ahora que quieren algo sencillo, porque no permitiré que mi único hijo se case de una manera mediocre, por favor —soltó la señora—. Yo voy a organizar todo.

Y así fue como Cristian se dio cuenta que el tema del anillo fue mucho más grave de lo que él imaginaba, y que de este problema no se iba a poder salvar como antes.

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Laura se encontraba en su habitación leyendo un libro rodeada de completo silencio. Se acomodó en la cama a medio lado bastante concentrada en su lectura.

En aquel momento se abrió la puerta de su cuarto y Miguel apareció a la vista con una enorme sonrisa en su rostro.

—Buenas tardes —saludó mientras caminaba hacia la cama.

Laura en un principio se sobresaltó al salirse de su concentración, después, le sonrió alegremente.

—Buenas tardes —Laura dejó su libro a un lado y observó fijamente a su hermanastro.

Miguel se acostó a su lado mientras la observaba fijamente.

—Me siento cansado, ¿puedo dormir aquí?

—Últimamente te sientes muy cansado y duermes en mi cuarto —dijo Laura.

—Es que tu cama es mucho más cómoda que la mía —explicó el joven.

Laura comenzó a acariciarle el cabello negro liso de Miguel suavemente mientras conversaban, así mismo como lo hacían todas las tardes.

—Creo que mi padre me consiguió una hermana genial —musitó Miguel mientras permanecía con los ojos cerrados.

Casados por accidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora