Capítulo 9: Si una vez pronuncié tu nombre

14 2 0
                                    

—Ustedes... —dijo Camilo con rostro aburrido— están locos, ¿cómo se les ocurre casarse tan jóvenes?

—Bueno, en algún momento lo vamos a hacer, ¿por qué no hacerlo ahora? —respondió Lorena.

—El amor es una mierda —soltó Camilo y después bebió un poco de su cerveza.

—¿Terminaste con Laura? —inquirió Lorena.

—Comienzo a creer que sí —respondió el joven.

Laura se despertó aquella mañana con ganas de seguir durmiendo, sentía su cuerpo totalmente cansado y con un terrible dolor de cabeza.

—Quédate acostada, estás hirviendo en fiebre —dijo su madre después de tomarle la temperatura.

Era lo único que le faltaba, estar enferma por dentro y por fuera. Aunque, hubo algo que nunca imaginó que sucedería.

Se despertó al sentir que alguien se acostó a su lado y rodeó su cintura con sus brazos.

Laura abrió lentamente los ojos y volteó a ver quién era, sorprendiéndose al ver a Camilo sonreírle y después darle un beso en su mejilla.

—Camilo, ¿qué haces...? —inquirió.

—Sh... —Camilo llevó su dedo índice hasta sus labios— quedémonos así, tal vez te ayude a sentirte mejor —se acurrucó más a ella.

—Estoy enferma, puedes enfermarte si estás tan cerca de mí.

—Mejor, así pasamos más tiempo juntos.

—¿Cómo te enteraste de que estaba enferma?

—Vine a visitarte y me dijeron que amaneciste mal, que estabas dormida.

—Ah... ¿qué querías hablar conmigo?

—¿Desde cuándo hablas tanto? Cuando quiero que lo hagas no dices ni una palabra, pero como ahora quiero estar en silencio, no dejas de hablar.

Laura desplegó una ligera sonrisa y volvió a cerrar los ojos, disfrutando así del calor que emanaba el cuerpo de Camilo. Tenía mucho tiempo que no sentía aquella comodidad estando al lado de aquel joven, tanto tiempo que se le había olvidado cómo se sentía.

¿Qué se debe hacer cuando se sabe que una persona nos hace daño, pero aún así queremos estar a su lado?

Se suponía que ese día Camilo terminaría su relación con Laura, pero verla ahí, con aquel rostro demacrado, hizo que cambiara de parecer. Por lo menos por ese día seguiría siendo su novio y pasaría el mayor tiempo posible a su lado.

Era la primera vez que Lorena desayunaba en el departamento de Cristian. De ahora en adelante tenía que hacerlo. La sola idea la hacía sentirse rara.

—Amor, cuando llegue del trabajo, ¿qué te parece si vemos una serie en Netflix juntos? —preguntó Cristian sonriente.

—Bien.

—Por cierto, recuerda ir a casa de mi madre, deben hablar sobre cómo organizarán la boda. ¡Ah! Por favor, no le comentes que estamos viviendo juntos, te dará todo un sermón que te aburrirá demasiado.

Lorena no estaba preparada para dar un paso tan grande con Cristian. Sentía que en cualquier momento explotaría de la desesperación.

—¿Sabes? Me encanta esto —confesó Cristian—, despertarme a tu lado, desayunar juntos y hablar sobre nuestra boda.

—¿No te parece que vamos muy deprisa? Tal vez te arrepientas en el futuro de haberte casado conmigo y pasar la mayor parte de tu juventud a mi lado.

Casados por accidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora