La corte entró a la iglesia, las damas de honor iban vestidas con unos largos vestidos rosados estilo sirena y los damos de honor con su clásico esmoquin negro. Las mujeres llevaban ramos de rosas blancas y de fondo se escuchaba la melodía de la canción "A thousand years" de Christina Perri.
Las personas observaban con impresión a Marc vestido con un esmoquin rosado en la fila de las damas de honor y a su lado estaba Miguel acompañándolo con mucho orgullo.
Lorena sentía sus piernas temblar cuando escuchó en la entrada aquella melodía y sus ojos se llenaron de lágrimas.
Vio cómo su padre le extendió su brazo izquierdo y ella lo rodeó con fuerza.
—No podrás caminar bien si me agarras de esa manera —le advirtió el hombre.
—Le temo más a caerme —confesó la joven.
Comenzó la clásica melodía de la marcha nupcial. La corte ya había entrado y todos observaban la entrada expectante a que la novia hiciera su aparición.
Lorena tenía miedo de hacer su marcha nupcial y ver tantas miradas puestas en ella.
Las bancas de la iglesia estaban decoradas con hermosos ramos de rosas blancas que creaban un majestuoso camino por el cual transitaba Lorena.
Aquella orquesta entonaba la canción de tal manera que los bellos de Lorena se erizaban, además, las muchas cámaras tomando fotografías la hacían sentir un tanto intimidada.
Su padre iba a su derecha bastante sonriente y ella se aferraba a él temiendo que uno de sus pies se doblara y la hicieran caer al piso.
—Papá, no me vayas a soltar —pidió la joven en un susurro.
—No te preocupes, no te voy a soltar —respondió el hombre en un susurro muy sutil.
Lorena trataba de que no se notaran sus manos temblorosas en el ramo de flores violetas. Por su mente pasaban las mil y unas escenas de algo malo que pudiera suceder en aquella iglesia.
—Lorena, tranquilízate —pidió su padre.
Sin embargo, ella no era la única, al otro extremo de la iglesia, las manos de Cristian no dejaban de sudar y, sabiendo que a ellos los perseguía la mala suerte, tenía la corazonada de que algo podría llegar a salir mal.
El señor Durán entregó a su hija a Cristian bastante sonriente.
—Cristian, de ahora en adelante, serás el acompañante de mi hija, por favor, haz que sea la mujer más feliz del mundo —dijo el hombre.
—Así será, señor Durán —aceptó Cristian y los hombres se abrazaron.
Cristian y Lorena se miraron fijamente a los ojos con una sonrisa enorme en sus rostros. Después, el joven depositó un beso en la frente de su futura esposa.
Por un momento la joven volteó a ver a sus amigas que estaban bastante sonrientes de pie a un lado de la iglesia. Marc se acercó y tomó el ramo de Lorena.
—Cuidado se te cae el anillo al ponérselo a Cristian —advirtió el joven por lo bajo.
Lorena sintió un escalofrío en todo su cuerpo, recordó las veces que ensayó el poner la sortija y siempre se le resbalaba de sus manos.
Cristian y Lorena subieron unos tres escalones para poder estar así frente al cura, quien los saludó con mucha amabilidad.
—¡Queridos hermanos, estamos hoy aquí! —comenzó el hombre.
La ceremonia transcurrió con normalidad mientras el cura daba su sermón a los futuros esposos y les hablaba acerca de cómo debía ser un matrimonio.
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Casados por accidente
HumorLorena está comenzando su primer semestre en la universidad después de un año de haberse graduado de bachiller. Aunque, vive un infierno en su casa por culpa de sus hermanas. Después de la propuesta de su novio Cristian de irse a vivir con él a su...