Capítulo 24: Yo tengo un hijo, tú tienes un esposo

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Sasha tragó en seco, lentamente paseó la mirada por todo el patio. Allí estaban Miguel, Cristian, Marc, Lorena y Laura.

Era obvio que al decir Lorena que no era ella y ser Laura la que mostraba la prueba de embarazo todos sabrían que quien estaba embarazada era ella. ¿Cómo se le ocurrió botar la prueba de embarazo en el baño de la casa de los chismosos número uno?

Laura rodó su mirada hasta poder ver a Sasha.

—Es tuyo, ¿cierto? —dijo con rostro serio—, estás embarazada.

Sasha tornó su rostro de manera aburrida y se cruzó de brazos.

—Sí —fue lo único que pudo decir—. Eres una chismosa de mierda Laura y una asquerosa, ¿qué haces tomando una prueba de embarazo de la basura?

—¿Y tú qué haces botando algo tan valioso como esto?

—Porque está sucio de orina, asquerosa —respondió Sasha con tono obvio.

—Pero te ha informado que estás embarazada —replicó la joven—, ¿acaso no te emociona la idea?, ¿no estabas planeando quedar embarazada?

—¿Crees que estaba planeando estarlo? —Sasha se levantó del sillón en el que estaba sentada.

—Entonces... —soltó Laura con nerviosismo— ¿no lo vas a tener?

La mirada de Sasha se ensombreció, el silencio atrapó el patio de la vivienda y sólo era interrumpido por algunos pájaros que cantaban en la copa de los árboles de la mañana de fin de semana.

—No lo sé —contestó por fin la joven—. Traer a un hijo al mundo no es un juego, debo meditarlo más. Por favor, no me vuelvan a tocar el tema.

—¿Y quién es el padre? —se escuchó detrás de ella.

Sasha dio media vuelta y se sorprendió al darse cuenta que sus amigos prestaban mucha atención a la conversación que ella tenía con Laura. Le hubiera gustado que aquella conversación sólo fuera escuchada por mujeres, aunque Miguel y Cristian fueran sus amigos de años, le incomodaba que supieran la situación difícil en la que se encontraba.

—No tiene importancia quién es el padre —informó.

—¿Cómo que no tiene importancia? —cuestionó Cristian mientras se cruzaba de brazos y se echaba al respaldo del sillón—, no has hecho ese bebé tú sola.

—No quiero que él se entrometa en esto, a fin de cuentas, a él no le importa en lo absoluto. Voy a tener este bebé yo sola, lo criaré sola.

Mientras Sasha decía aquellas palabras, los bellos de su piel se erizaban, una emoción recorrió todo su ser. Llegó a visualizarse con un hijo en brazos, cuidándolo, comprándole cosas y llevándolo de la mano su primer día de clases. Llegó a visualizarse a futuro con su hijo y por un momento anheló tenerlo en brazos, poder verlo y llenarle su rostro con muchos besos. Su instinto de madre despertó en ese momento.

Tuvo que apretar los labios para no dejar escapar un grito de emoción. Todo ese tiempo estuvo asustada de lo que fuera a suceder, pensando si fue tonto el planificar quedar embarazada. Cuando se dio cuenta que su estrategia funcionó pensó que había sido algo muy tonto de su parte. Estaba joven, no tenía pareja, ¿cómo tomaría la sociedad que ella quedara embarazada? Tenía miedo al rechazo, que hablaran mal de ella.

Eran sentimientos encontrados, realmente quería tener a su hijo, pero... no sabía cómo expresarlo, no sabía cómo contarles a sus padres. Además, sabía que muchos preguntarían de quién era el bebé; ella deseaba criarlo sola, como Marcela, que sería madre soltera. De hecho, fue Marcela quien la inspiró a hacer lo mismo. No se veía envejeciendo sola sin hijos, quería al menos tener a alguien que la acompañara en sus últimos días, un hijo, una persona que se preocupara por ella cuando sus padres murieran.

Casados por accidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora