—¿Estás seguro que quieres hacer esto? —preguntó Lorena con voz temblorosa.
—Claro que sí, ¿tú no? —respondió Cristian.
—Es que... ¿no te parece que estamos jóvenes? —insistió la chica—, sólo somos unos inmaduros de veinte años. Está la universidad, no hemos terminado nuestras carreras y... tal vez te fastidie que tu esposa...
—Lorena —Cristian la tomó de las manos mientras la veía fijamente—, no eres un fastidio para mí. Estoy muy decidido a casarme contigo y el que nos casemos no impedirá que terminemos nuestras carreras, hagamos un doctorado y podamos vivir nuestras vidas como lo hemos venido haciendo. —Desplegó una sonrisa—. Nosotros siempre tenemos malos entendidos que nos llevan a hacer cosas locas ¿no?, bueno, esta es una de esas cosas locas.
Lorena abrazó fuertemente a Cristian, sintiendo así el joven que su futura esposa temblaba del miedo.
—Tranquila, todo va a salir bien —Cristian atrapó el rostro de la joven con sus manos y le dio un beso en la frente—. Piensa que dentro de unas horas seremos esposos y en la noche de bodas la vamos a pasar bastante bien.
La joven dejó salir una pequeña risa maliciosa mientras veía fijamente a Cristian.
—¿Qué estás imaginando, pervertida? —indagó el muchacho.
—Tú fuiste quien mencionó el tema, así que el pervertido eres tú —replicó Lorena.
En aquel momento entró a la habitación la señora Julieta acompañada de Flor (la hermana mayor de Lorena).
—Cristian, ¿qué haces aquí? Deberías estar arreglándote en este momento —dijo la mujer con voz autoritaria. Rodó sus ojos hasta Lorena—, ¿estuviste llorando?
—Ah... —Lorena tragó en seco.
—Tuvo una crisis nerviosa, por eso vine a calmarla —explicó Cristian.
—¿Otra vez? —la señora Julieta enarcó una ceja—, ¿acaso no estás segura de casarte con mi hijo?
—Sí, claro que sí —respondió Lorena impulsivamente.
—Bueno, me voy para que puedas terminar de arreglarte —dijo Cristian mientras se apartaba de su prometida con una amplia sonrisa.
Lorena se abrazó a sí misma mientras sentía la pequeña pijama roer su piel. Frente a ella estaba en pomposo vestido blanco que debía ponerse.
Cristian llevó una mano a su pecho mientras se veía en el espejo. Respiró profundamente para poder calmar así sus nervios.
—Hijo —llamó su padre detrás de él.
El joven volteó a verlo.
—¿Estás seguro del paso que vas a dar?
—Claro que sí —respondió Cristian.
—El tomar a una mujer como esposa es una decisión muy arriesgada. A veces los consumirá la monotonía, o puede que los años acabe el amor que se tienen.
—Bueno, padre, si eso sucede, cambiaré de rutina, crearemos una nueva donde nos sintamos más a gusto. Y si los años apagan nuestro amor, volveré a conquistarla —respondió el joven.
Aquello fue una gran lección para el señor Vides, ¿cómo era posible que su hijo problemático le enseñara algo tan valioso?
—Cristian, ojalá así sea. Lorena es la mujer perfecta para ti y estás tomando la decisión correcta —dijo el hombre.
—Gracias, padre.
En aquel momento se abrió la puerta de la habitación y a la vista aparecieron Robert, Miguel, Camilo y Adam. El grupo de muchachos quedaron congelados al ver a Cristian vestido con su esmoquin blanco.
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Casados por accidente
HumorLorena está comenzando su primer semestre en la universidad después de un año de haberse graduado de bachiller. Aunque, vive un infierno en su casa por culpa de sus hermanas. Después de la propuesta de su novio Cristian de irse a vivir con él a su...