Capítulo 27: A primera vista

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Lorena se acomodó a medio lado en la cama y sumergió una mano debajo de la suave almohada de algodón.

Una mano grande, pero suave, acarició sus piernas y se camufló por debajo de la bata de satén rojo pasión.

—Cristian... —balbuceó Lorena entre el sueño—, no... Debemos ir a trabajar.

—Amor... —susurró Cristian a su oído— un ratico, sólo un poquito...

Cristian comenzó a besar el cuello de su esposa, ese era su punto más débil y sabía que Lorena no se resistiría a una pequeña mordida en su nuca.

—Amor, amor... No, en serio, no quiero llegar tarde —gimió la chica.

Pero Cristian siguió y encendió su cuerpo a tal punto que no pudo controlarse. Algo que le encantaba al joven de su bella esposa era el elevado deseo sexual que ella tenía, se excitaba con facilidad y era un poco loca, le gustaba experimentar siempre algo nuevo.

De hecho, esa mañana fue uno de esos días.

Después de media hora de un buen sexo, Lorena estaba encima de Cristian, cabalgando con mucho afán al no soportar la descarga de excitación que recorría su cuerpo. En un momento, la joven llevó sus manos hasta el cuello de su esposo y comenzó a estrangularlo.

Parecía que a ella le gustaba esa sensación, pero Cristian necesitaba respirar y ella se lo estaba impidiendo. El rostro de sufrimiento del joven parecía encantarle a Lorena, tanto, que tuvo un orgasmo.

Mientras ella disfrutaba de estar en el éxtasis, Cristian rogaba porque lo dejara respirar.

Lorena lo soltó y desplegó una gran sonrisa, mientras, Cristian tomaba grandes bocanadas de aire.

—Mierda, eso fue fantástico —soltó Lorena.

—Sobre todo —dijo Cristian.

El rostro del muchacho estaba rojo y su respiración era bastante agitada.

—¿Te hice daño? —preguntó su esposa.

—Casi me matas, loca —gruñó.

Lorena soltó una enorme carcajada, algo que fastidió a Cristian. Le dio una bofetada a su esposa, obligándola a voltear el rostro.

Ella rodó la mirada y llevó una mano nuevamente a su cuello.

—Ahora sí te voy a matar —gruñó Lorena.

Cristian desplegó una pequeña sonrisa y la atrajo la cabeza de la joven al jalarla por un mechón de su cabello.

—¿Qué me harás? —inquirió Cristian.

—Rogarás que te deje respirar —respondió Lorena.

—Pero se nos hará tarde.

—Eres el jefe, que te esperen un rato —Lorena se abalanzó a besarlo de una manera bastante apasionada.

Lorena balanceó la cabeza a los lados mientras observaba la foto frente a ella. ¿Qué podía ser más incómodo en la vida que tomar las fotos a esa hermana con quien no le hablas por años?

Se estaba arrepintiendo en gran manera de haberle ofrecido a Robert el regalo de bodas que él deseara. Nunca se le cruzó por la mente que fuera tomarle sus fotos de boda.

Su hermana Flor no quedaba satisfecha con las fotos y ya habían repetido la sesión de fotos tres veces. Estaba a punto de agrandarle la nariz en la foto para que todos entendieran la bruja que era.

—Me gusta esta —dijo Robert al ver la foto en la pantalla del computador.

—A Flor no le gustó, dijo que ese perfil no le favorece —informó Lorena.

Casados por accidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora