Capítulo 26: Mi suerte

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Estaban tan cerca que por veces Laura podía sentir el rose del brazo del joven con el suyo, algo que le hacía retumbar su corazón. Era como en los primeros días de su relación, caminaban justo así, formando planes y caminando lentamente por la calle.

Algo muy profundo de ella le pedía que, por favor, no dejara que ese momento se acabara, que intentara alargarlo todo lo que pudiera. Camilo había vuelto a su vida, sin compromiso alguno, revelándole las intenciones que tenía hacia ella, seguía sintiendo un sentimiento por ella, y, aunque desconocía de qué se trataba, presentía que era el mismo que ella llevaba por años tratando de controlar.

Comenzaron a hacerse preguntas generales, intentando encontrar un tema que diera para una larga conversación. Poco a poco se fueron enterando sobre la vida del otro mientras se acercaban a un parque solitario y bastante silencioso que tenía muchos árboles adornado por las bancas de hierro pintado de negro. Se veían algo frías, antiguas, pero a la vez cómodas.

Se sentaron en una de las bancas siendo separados por una corta distancia. El silencio los consumió, entristeciéndolos al darse cuenta que, por más ganas que tenían de volver a conectar, parecía que había una barrera entre ellos.

Laura aclaró su garganta y clavó su mirada en las zapatillas negras de cuero, torció un poco sus pies y volvió a enderezarlos, ¿qué podía preguntarle para revivir la conversación?

—¿Y por qué decidiste volver a la ciudad? —preguntó.

—Tenía mucho trabajo, me estaba enfermando —respondió Camilo con voz tranquila—, el doctor me recomendó tomar un descanso ¿y qué mejor que volver con mi familia?, además, me di cuenta que tenía mucho tiempo sin hablar con mis amigos, había perdido contacto con ellos.

—Sí, ha pasado mucho tiempo —confesó Laura—, te perdiste la graduación, fuimos de viaje a la hacienda de Cristian. También fuimos a acampar a la Sierra, fue genial.

—Sí, qué tristeza —Camilo desplegó una sonrisa mientras sus miradas se cruzaron por unos breves segundos—. También me enteré que ustedes pasaron un mes en casa de Marc, nunca perdieron contacto.

—Ah... sí —Laura acentuó con la cabeza—, pero, por más que intentamos que Miguel y Marc volvieran, nunca lo hicieron. Marc ahora se está conociendo con un fotógrafo que trabaja con él en su empresa, y parece que Miguel no tiene posibilidad alguna.

—Es una lástima, yo llegué a jurar que ellos eran la pareja más estable que había en el grupo.

—Yo igual.

—Ojalá Miguel conozca a alguien que lo haga feliz —Laura quedó meditando por un corto tiempo—. ¿Miguel es totalmente homosexual? ¿Nunca se ha fijado en una mujer?

—Sí, él antes tenía novias, creo que es...

—Bisexual —terminó Laura la oración.

—Así es.

—Bueno, ¿y por qué no le presentan a una mujer para ver si tiene química con ella?

—No es así de fácil, Laura. Marc fue la primera relación seria que Miguel tuvo —explicó el joven.

—Yo muy poco le toco el tema, su mirada se torna triste cada vez que se le recuerda a Marc. Aunque, ahora están intentando ser amigos. Es una lástima.

—¿Y a ti cómo te va?, ¿tienes novio?

Aquella pregunta sorprendió a Laura, fue muy directa.

—No... yo no tengo novio —respondió con una sonrisa avergonzada.

—¿Por qué?

—Porque... no he encontrado al hombre ideal. Sabes bien que no soy de tener una relación con cualquiera.

Casados por accidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora