Capítulo 14: Sabiendo que tus besos matan

8 1 0
                                    

Lorena no podía calmar su llanto por la desesperación, mientras, Miguel y Marc no sabían qué decirle para que la joven se tranquilizara.

—¡Ya, cállense!, ¡váyanse, no quiero verlos, sólo saben dañar las cosas! —gritó Lorena.

La joven se sentó a un bordillo de la cama mientras llevaba una mano a su pecho.

—¿Qué voy a hacer?, ¿qué voy a hacer? —se preguntaba entre sollozos.

Miguel salió de la habitación y Marc lo siguió.

—Miguel, ¿qué vas a hacer? —le preguntó.

—Voy a hablar con Cristian y le explicaré las cosas —respondió mientras bajaba las escaleras.

Cristian estaba saliendo de la empresa vestido con su traje formal de empresario acompañado por su secretario y el gerente regional de la empresa.

El joven sintió vibrar el celular en su bolsillo, aunque decidió no contestar, lo menos que necesitaba era terminar de dañarse la tarde.

En aquel momento vieron llegar el auto el auto negro del señor Vides, el chofer abrió la puerta y el hombre salió con un rostro sumamente serio.

Los hombres presentes sabían que no había un buen ambiente en aquel momento, de hecho, ninguno de ellos quería estar presentes cuando estaba a punto de detonar una discusión entre padre e hijo.

—Padre —saludó Cristian cuando vio al hombre caminar hacia él.

—¿Por qué no contestas mis llamadas? —preguntó el señor Vides con voz severa.

Cristian entreabrió sus labios, pero no fue capaz de pronunciar palabra alguna.

—Primero cancelas la boda con Lorena y después me ignoras. ¿Por quién me estás tomando?, ¡responde!

—Yo no he cancelado la boda —insistió Cristian.

—Tu madre está desecha de la tristeza, trabajó arduamente preparando una gran boda y así es como le pagas. No quiero ni imaginar en qué estado se encuentra Lorena —dijo el señor Vides.

—¡¿Por qué nunca escuchas lo que digo?! —se enojó Cristian—, ¡yo no he cancelado la boda, ¿cómo podría hacer semejante locura estando a dos días de casarme?!

El señor Vides le dio un fuerte bofetón a su hijo.

—¡Cállate, ni se te ocurra volverme a hablar de esa manera, insolente!

La respiración de Cristian comenzó a volverse agitada mientras sus ojos se llenaban de lágrimas por la impotencia que tenía en aquel momento.

El joven se retiró rápidamente sin poder mirar a los ojos a su padre.

—¡Cristian, vuelve en este instante, Cristian! —gritó el hombre.

Pero el joven no podía soportar aquella situación tan vergonzosa y deprimente. Sólo caminó a grandes zancadas muy lejos de aquella empresa.

Era la primera vez en todo el año que se daba por vencido al darle frente a una situación tan complicada. Por un momento decidió ser cobarde, huir y olvidarse de todo.

Pero ya no sabía a qué lugar escapar en aquellos momentos. En años anteriores llegaba a la casa de Lorena y planeaban alguna actividad juntos hasta que se entraba la noche y debían volver a sus casas a dormir. Después, cuando ya vivían juntos, volvía al apartamento y sólo disfrutaba de su compañía, se quedaba en silencio abrazándola hasta que podía caer en un profundo sueño lleno de mucha calma.

Por eso estaba ahí, sentado en el piso con su cabeza recostada a la puerta de su apartamento. Quería entrar, pero... sabía que Lorena estaba adentro. Antes la esperó a que saliera del trabajo y discutió fuertemente con ella. La pobre quedó llorando sin consuelo. No tenía rostro para verla después de haberla tratado tan mal.

Casados por accidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora