Capítulo 5: Revelaciones

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Alonso lleva a Tirsa en su auto y no deja de decirle lo linda que se ve.

— Te ves muy hermosa. Aún eres tal y como te recuerdo — decía Alonso mientras conducía con precaución. Tirsa nunca había recibido tantos elogios que simplemente se quedó callada y se sonrojo — Pero háblame de ti, yo ya te dije como he vivido estos años, pero tú no me has dicho nada —

— No tengo mucho que decir, estos años he vivido en la misma casa en la que me conociste, trabajo en Casa Lewis como asistente de Desmond Lewis — Tirsa siempre hablaba en voz bajá.

— ¿Desmond Lewis? ¿Esa casa de modas no está en Londres? —

— Si, Desmond Lewis es el presidente de los talleres aquí en México. La matriz está en Londres pero aquí se produce la mayoría de la ropa que va para todas las tiendas —

— ¡Oh!, eso no lo sabía — Alonso se había interesado en la plática con Tirsa.

Después de unos minutos llegaron a un restaurante lujoso. La hostess los llevo a su mesa y les ofreció un excelente vino, un Monte Xanic Cabernet Sauvignon. 

— Alonso, vino no, no estoy acostumbrada a beber —Tirsa no tomo la copa de vino.

— Tirsa, hay que brindar por habernos encontrado — Alonso logro convencer a Tirsa.

Ambos brincaron y bebieron un poco de vino. Comieron casi en silencio pues Tirsa no hablan ya que no tenía mucho de que hablar, al contrario escuchaba atenta las historias de Alonso con las cuales quedó maravillada.

—... Esas fueron mis vacaciones en Cartagena — fue lo último que dijo Alonso antes de pedir la cuenta.

— Muy interesantes — Tirsa veía a Alonso como un niño que mira a un caramelo. En los ojos de Tirsa se veía el interés por ese hombre.

Ambos salieron del restaurante, mientras esperaban el auto de Alonso el la tomó de la mano y de inmediato Tirsa sintió un hormigueo recorrer su cuerpo, esa magia fue interrumpida por el valet parking que llegó con el auto.
El camino fue rápido y al llegar a la casa de Tirsa, Alonso como todo un caballero le ayudo a bajar del auto. Tirsa entro a casa, apenas resguardada por su puerta soltó un suspiro pues esa noche había sido especial para ella.
Tirsa subio a su habitación, se colocó su pijama y se dispuso a dormir.

(...)

Desmond despierta con el ruido de su alarma, se dirige al baño y prepará la ducha. Al salir de la regadera se envuelve una toalla en su dorso y camina a su closet, de pronto ve a Tirsa con su tintorería en la mano. Desmond se queda estático ya que Tirsa se ve muy bien con ese pantalón sastre, una blusa color vino, unos tacones que le hacen ver aún más estilizada. Desmond pudo oír como Tirsa traga saliva al ver a su jefe casi desnudo.

— Disculpe, no sabía que usted estaba aquí. Ayer me pidió traer su tintorería — Tirsa como siempre hablo con la mirada abajo pero en su voz se oía nerviosa.

— ¿Te gusta lo que ves? — pregunto Desmond con voz seductora.

— Señor yo, yo, yo —

Tirsa no dijo más, ya que Desmond avanzó hacía ella rápidamente, la tomo por la cintura estampando sus labios en contra los de Tirsa, ella tardó en reaccionar pero lentamente dejo que Desmond devorará su boca en un insaciable beso.
Desmond podía sentir la calidez de Tirsa y el quería más...

Pit, pit, pit, pit, pit, se oía en la habitación de Desmond, que despertó agitado pues tan solo había sido un sueño muy candente. El se preparó para su trabajo e intentó olvidar ese caluroso sueño.

El QUEBRANTO DE TIRSA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora