Capítulo 31: La perdono

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Narra Larisa

Despierto un poco adolorida y lo primero que veo es a Alonso y a su madre. Me duele la cabeza, de pronto llega el último que recuerdo que es el ir con mi madre por una carretera y como ella pierde el control del auto.

— ¿Cómo te sientes? — pregunta Alonso al ver qué estoy despierta.

— Muy adolorida, ¿Cómo es que llegue aquí? — estoy confundida y me cuesta hilar las palabras.

— Una ambulancia te trajo. No te muevas mucho te puedes lastimar — Alonso se ve muy preocupado por mi.

—¿Que me pasó?— preguntó.

— Un accidente, ya estás bien, duerme, descansa — Alonso acaricia mi cabeza y me da un beso en la frente.

Cierro mis ojos pero no logro conciliar el sueño. Estoy por dormir cuando escucho que alguien entra a mi habitación, quiero ver quién era pero mejor me quedo quieta.

— Señor ya llevaremos a la paciente a quirófano —

Era un camillero y ahora recuerdo todo, hace días tuve un accidente y todo esté tiempo estuve medicada ya que el intenso dolor de mi pierna no parabay hoy me operan. He perdido la noción del tiempo y mi mayor temor es que este quedando loca.

Me llevan a quirófano oigo que la anestesia está por hacer efecto, veo las luces del lugar, mis ojos se cierran lentamente...

¿En qué momento comencé a odiar a mi hermana? Desde niña sabía que mi madre trataba mal a Tirsa, pero aún así sentí el abandono de mi madre cuando me envió a Italia y Tirsa se quedó a su lado mientras yo pase mi infancia y adolescencia sóla. Mi odio creció más al saber que mi padre me abandono para irse con su amante y su hija... Tirsa siempre me robo todo, el amor de mi padre, la herencia que me correspondía, el amor de Alonso. Cuando vi feliz a Tirsa con Desmond no podía soportarlo. Todo eso me llevo hasta aqui, hasta este punto... Mis ojos se sienten pesados y comienzo a quedarme profundamente dormida.

Abro mis ojos y veo a Antonella.

— ¿Cómo te sientes Larisa? — se acerca a mi.

— Un poco adolorida, ¿Tirsa como está? — mientras dormía soñé que ella y yo hacíamos las paces así que lo iba a intentar.

— Ya mejor, ya le dieron el alta —

— ¿Que bien, yo cuando me puedo ir?— estoy desesperada por tener noticias de madre.

— Larisa... Lo siento mucho pero tendrás que quedarte unas semanas más, quieren ver cómo avanza tu pierna —

— ¿Y mi madre? ¿Como está ella? — todo en mi cabeza está revuelto.

— Es mejor que Alonso te lo diga —

Antonella me cepilla el cabello y acomoda mi almohada, mientras yo me miró al espejo, se que esa herida que tengo en mi mejilla dejara marca y también se que mi operación me ba a dejar coja pero creo es lo que me merezco por se una mala persona.

Llega Alonso y me trae flores — Disculpen la tardanza. El tráfico está horrible —

— Así es en esta caótica ciudad — Antonella se levanta y nos deja a solas — Yo los dejo tiene mucho de que hablar —

— Estás flores son para ti Larisa — Alonso las coloca a un lado de mi cama.

— Gracias. ¿Cómo estuvo el juicio de mi madre? —

— No se pudo hacer mucho, los dos secuestros de Tirsa, el ase****to  de tú padre, el robo de tu dinero le dieron 70 años de cárcel sin derecho a fianza. Lo lamento mucho, tu madre te dejo en la calle —

El QUEBRANTO DE TIRSA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora